After culturales

César Troncoso: "No tengo un método; sí mucha capacidad de observación”

Publicado el 16.04.2024  - 3 minutos

El actor César Troncoso fue el protagonista del tercer encuentro de After Culturales de Búsqueda. En esta oportunidad, el director periodístico del semanario, Andrés Danza, y el periodista de cultura Javier Alfonso fueron los encargados de entrevistar al artista. 

El encuentro empezó con un repaso de la infancia de Troncoso, su gusto por el dibujo, la televisión y por jugar a los vaqueros en la calle. “Yo era un niño muy tímido, bastante introvertido, zapallo. Los picaditos los miraba de costado y lo compensaba leyendo libros y mirando la tele”, comentó con humor.

Fue en su adolescencia cuando descubrió el cine y el teatro, el primero a través de Cinemateca­ y el segundo gracias a la obra Los pueblos del sol, en la que trabajaba Alberto Fontana, un cliente asiduo del boliche que tenía su padre.

Empezó a estudiar teatro tras divorciarse con poco menos de veinte años, y lo hizo con Alberto­ Restuccia; después de un año quiso tener un poco más de estructura en su formación y entró en la escuela de teatro de La Gaviota. Allí conoció a Roberto Suárez, con el que formaron un dúo humorístico que se presentó en distintos ámbitos durante la década de los noventa y los 2000. “Nos autoimpulsamos el uno al otro”. Su primer trabajo juntos fue Oda al triciclo. Vestidos con calzoncillos largos, fueron a un boliche teatral e hicieron un sketch por el que no cobraron dinero, el acuerdo fue que no les cobraban las bebidas: “Tratábamos de ser lo más caros posibles”.

Además fueron contratados para eventos y los espectadores quedaban muy golpeados, porque tenían un humor “no muy amable, con muchos insultos”, contó.

Mientras hacía obras de teatro, Troncoso trabajaba ocho horas en un estudio contable, ya que las tablas no le daban para mantenerse. Consultado acerca de las dificultades para vivir del teatro, prefirió enfocarse en las ventajas, como poder elegir qué obras hacer.

Gracias a películas como Un viaje hacia el mar, de Guillermo Casanova, y El baño del papa (César Charlone y Enrique Fernández) empezó a tomar notoriedad, lo que le permitió acceder el mercado brasileño y argentino.

Sobre el pasaje del teatro al cine, aseguró que no le costó, pero tuvo que “ajustar perillas”. “Lo esencial lo sabés, lo que tenés que hacer es graduar. No sé muy bien cómo hago para actuar. No tengo un método, sí mucha capacidad de observación”, acotó.

Sobre las películas uruguayas, dijo que tenemos una mirada poco piadosa y mencionó las críticas a El dirigible, una película estrenada en 1994 y dirigida por Pablo Dotta. “A mí me parece una película interesante, a lo mejor no se entendía de qué iba la cosa. Lo que Pablo Dotta hizo fue su película, la que deseó hacer y pudo. Era bella, amorosa con Montevideo, que estaba mostrada divinamente”, incluso la banda sonora, de Fernando Cabrera, era muy buena.

Uno de sus últimos trabajos fue El eternauta­, en Argentina, con Ricardo Darín, al que calificó como un gran compañero, muy solidario y de buen humor.

Además de la actuación, la gran pasión del actor es el dibujo, algo que lo relaja y desestresa. En la actualidad se lo puede ver en la obra Del otro lado del mundo en la Sala China Zorrilla.

Fotos: Mauricio Rodríguez

Cultura
2024-04-16T20:55:00