ARQUITECTURA E INTERIORISMO

Originalidad y osadía en un antiguo piso bonaerense

Un departamento de arquitectura neoclásica francesa en Recoleta se modernizó con una paleta de colores explosiva y un estilo predominantemente pop
Publicado el 21.02.2024  - 6 minutos
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Sillas Cesca de Marcel Breuer para Thonet rodean la mesa de comedor heredada de su suegra. Sobre la pared, una obra de Juan Becu: "Es un artista que me encanta".

Por Gabriela Pallares
@gabrielapallares

En el barrio de la Recoleta­, este antiguo piso de arquitectura neoclásica francesa fue astutamente remodelado por la arquitecta Dolores Otamendi­, fundadora de Dado Estudio­, para la artista plástica Luisa Freixas y su familia. La paleta explosiva de colores fue una idea de la dueña de casa, que es pura audacia y osadía y que se traduce en una secuencia de espacios invadidos de arte, de libros, de creatividad y de amor por la música. 

En estos días de tanta homogeneización en las propuestas de interiorismo, de tantos mundos que se repiten uno tras otro en los rincones más recónditos del planeta, este departamento, exponente de la arquitectura afrancesada característica de la belle époque argentina, revela una personalidad descollante que habla de originalidad, osadía y, sobre todo, de libertad creativa.

En este proyecto hay dos autoras intelectuales: por un lado, la arquitecta Dolores Otamendi, cabeza de Dado Estudio, y por el otro, su clienta, la pintora y grabadora argentina Luisa Freixas. Una unión de opuestos que aquí funcionó a las mil maravillas y sin las luchas de egos que suelen entorpecer cualquier proyecto en el que participan profesionales con ideas fuertes, bien plantadas­. Todo fluyó sin conflictos durante los nueve meses de una obra en la que el estudio aplicó cirugía mayor y supo reformular la planta y modernizar los ambientes con gran destreza para responder a las necesidades de una familia del siglo XXI.

“La contraté a Loli (así le dicen a Dolores sus amigos) porque me encanta el concepto de su arquitectura: si toca un espacio chico lo convierte en gigante. Yo le dije: ‘Te dejo a vos todo lo que tiene que ver con la obra, y vos dejame a mí la elección de los colores'”, relata Luisa. Loli, que no suele tener artistas entre sus clientes, comenta: “Trabajar con Luisa nos abrió las puertas para incursionar en algo que no es muy común que se dé. Nos encantó hacer este proyecto. Trabajamos mucho y nos divertimos muchísimo también”.

Para el living, que siempre está en movimiento y a menudo se transofrma en pista de baile, se eligió un sillón en forma de banana sugerido por la arquitecta. La mesa de centro, de madera, es de Ricardo Paz, diseñador argentino.

Para el living, que siempre está en movimiento y a menudo se transofrma en pista de baile, se eligió un sillón en forma de banana sugerido por la arquitecta. La mesa de centro, de madera, es de Ricardo Paz, diseñador argentino.

El programa de necesidades fue concreto: además de reformular la cocina, modernizar baños, armar un playroom y cambiar instalaciones eléctricas y cañerías, Luisa había pedido tener independencia del cuarto matrimonial de los dos dormitorios de sus tres hijos, y que se hiciera un tercer baño para el varón. “En lo que era el toilette­ armé un baño completo”, explica la arquitecta, quien con ingenio fue ganando metros sacados de los cuartos.

¿Qué es lo que hace que este departamento de arquitectura afrancesada, con techos altos, herrajes de bronce, pisos de roble de Eslavonia­ resulte tan interesante? Hay varios condimentos a señalar: lo que más sobresale es la paleta explosiva que se apoderó de un sector delimitado a la cocina, al playroom y al pasillo que une los tres dormitorios. “Soy una amante del color. Creo en el poder del color”, dice Luisa. 

Rosa chicle (o Pantera Rosa, en palabras de Loli Otamendi), amarillo cadmio y celeste francés… colores inspirados en la casa del artista Claude Monet en Giverny, Francia. “Al principio me asustaba un poco pero fue superfluido: Luisa lo tenía clarísimo, tenía esos colores en su cabeza. La casa es supervital y alegre. Siempre hay que tener cuidado con la elección de la paleta. Tiene que haber equilibrio, espacios de ‘descanso’ visual. El cuarto del varón, por ejemplo, es de un verde tranquilo y el de las chicas, de dos colores bajos. Playroom, cocina y pasillo están en otra frecuencia, mucho más fuerte”, señala la arquitecta.

Sobre el sillón Chesterfield, un retrato de Ernest Hemingway firmado por el artista Víctor Moser. Los almohadones, en diferentes géneros y estampados, fueron

Sobre el sillón Chesterfield, un retrato de Ernest Hemingway firmado por el artista Víctor Moser. Los almohadones, en diferentes géneros y estampados, fueron "recolectados" por Luisa a lo largo de los últimos años.

La presencia del arte es otro de los condimentos fuertes. Las pinturas y xilografías firmadas por Luisa, combinadas con obras de artistas emergentes, amigos y algunos de los más consagrados argentinos ocupan muchas de las paredes de este departamento. 

El eclecticismo es otro de los signos vitales en la ambientación: Luisa apostó a una combinación de muebles heredados de su suegra, otros diseñados a medida por Dado (como la consola para los equipos de música y los LP en el estar, la mesa de apoyo del comedor, la biblioteca para la entrada, entre otros), complementados con piezas firmadas por grandes maestros del siglo XX que fue recopilando Luisa a lo largo de estos últimos 20 años. Un ejemplo son las sillas Thonet. “Las compré cuando me casé: soy fanática. Están en los talleres de todos los grandes artistas: Picasso, Matisse­, Hockney. Miles de modelos desnudas posaron en esa silla”, acota Luisa.

La búsqueda de la belleza es una constante que atraviesa tanto a Loli como a Luisa. “Si uno se rodea de cosas bellas es más feliz. Busco la belleza en todos lados. Pero también la belleza que transmite alegría, felicidad, energía positiva”, concluye Luisa. Loli, por su parte, con la felicidad y satisfacción de que toda la familia disfrute, resignificó este piso con cabeza y sensibilidad.

La cocina está dominada por el amarillo, presente en la mesada de Corian, sillas, aparadores y detalles que responden a la dinámica de la vida actual.

La cocina está dominada por el amarillo, presente en la mesada de Corian, sillas, aparadores y detalles que responden a la dinámica de la vida actual.

"Con el color quería sorprender: cuando la gente pasa por el pasillo se queda con la emoción... es el color entero, completo, que llama mucho la atención, te invade. La gente no está acostumbrada a un color tan estridente", dice Luisa.

Llama la atención la pared en dos colores diferentes que responden a una razón de peso: como las hermanas no se ponían de acuerdo y cada una tenía su predilecto, la partieron al medio y una parte está pintada en celeste y la otra en rosa pastel.

Llama la atención la pared en dos colores diferentes que responden a una razón de peso: como las hermanas no se ponían de acuerdo y cada una tenía su predilecto, la partieron al medio y una parte está pintada en celeste y la otra en rosa pastel.

Producción: Silvina Bidabehere & Mariana Rapoport | Fotos: Victoria Schiopetto

Arquitectura, innovación y diseño
2024-02-21T15:25:00

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