Lo que no se ve

Salud mental en músicos: la lucha (ya no tan) silenciosa sobre los escenarios

A partir de casos de artistas internacionales, varias investigaciones aseguran que los músicos tienen un mayor riesgo a padecer enfermedades como depresión
Publicado el 26.07.2023  - 17 minutos
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Lewis Capaldi. Foto: AFP

Por Milene Breito Pistón
@mileneb_

La música siempre importó. Es parte de la cultura, condición de ser de la raza humana y un pilar fundamental para la cohesión de sociedades sanas y funcionales. Múltiples estudios destacan su rol clave en terapias de intervención para la demencia o Alzheimer. Pero ¿qué tan funcionales y sanas están las personas detrás de esos sonidos?

No es algo nuevo; hasta Ludwig Van Beethoven era un genio atormentado que no sabía de qué manera llamar a ese sentimiento que vivía dentro suyo y solo podía sobrellevar con alcohol. El compositor clásico falleció por una cirrosis hepática, pero había algo más.

La Sociedad Médica de Santiago de Chile publicó una investigación sobre lo que fue el estado de salud general de Beethoven, desde la pérdida auditiva hasta sus intentos de suicidio. En una carta que escribió en 1801 para un amigo, el músico acababa de enterarse de que su sordera no tenía cura, y con cada renglón los síntomas se hacían cada vez más notorios:

“Ya he maldecido a mi creador y a mi existencia. Puede darse cuenta qué triste vida debo tener, debo retirarme de todo. (...) Me aislé en el campo. El no poder escuchar el sonido de una flauta me provocó tanta desesperación que por poco más pongo fin a mis días. Solo mi arte me hizo retroceder”.

En los últimos años varias investigaciones internacionales dedicadas a estudiar la salud mental de los artistas arrojaron resultados preocupantes. El Instituto Max Planck para la Promoción de la Ciencia llegó a la conclusión de que los músicos tienen un mayor riesgo a padecer enfermedades mentales como depresión o trastorno bipolar, y el estudio Can Music Make You Sick?, de la Universidad de Westminster, señala que el 71% de las personas dedicadas a este rubro sufrieron de ansiedad y ataques de pánico alguna vez a lo largo de su carrera.

El colectivo norteamericano de terapeutas de la industria de la música (Music Industry Therapist Collective) entiende que el ambiente de la música es “el hogar de muchas personas vulnerables atraídas por un sentido de comunidad”, que se presenta como una “salida catártica” que en realidad puede “exacerbar dificultades psicológicas preexistentes”.

Las complicadas condiciones de trabajo de la industria, que es impredecible y altamente competitiva, se suman al estrés al que se somete un artista cuando busca la aceptación de su familia, se enfrenta a altos niveles de exigencia y autoexigencia, a la presión para obtener y mantener el éxito, a las demandas del público, la incertidumbre financiera, los falsos amigos, la soledad y el aislamiento, el agotamiento físico y mental, y hasta a agresiones sexuales.

Para derribar los prejuicios que hacen que los músicos no se (pre)ocupen debidamente de su salud mental y emocional, la Academia de Artes y Ciencias de la Grabación estadounidense declaró al 28 de julio como The Day that Music Cares (El día en que la música importa), a través de su fundación sin fines de lucro Musicares, que sustenta programas internacionales de atención psicológica, apoyo económico, planes de viviendas y de consulta legal. La música importa y quienes la hacen también; un concepto muy oportuno para seguir poniendo el tema en agenda.

Tim Bergling, conocido por su nombre artístico Avicii, el DJ sueco que se quitó la vida en 2018. Foto: AFP

Tim Bergling, conocido por su nombre artístico Avicii, el DJ sueco que se quitó la vida en 2018. Foto: AFP

El peso del bolsillo. La salud mental está multideterminada tanto genética, biológica como socioculturalmente. Esto quiere decir que aspectos sociales donde el músico esté desprotegido (tan básicos como estar por fuera de cualquier sistema de cobro de partidas o jubilación, por ejemplo) también van a influir. Así lo explicó el médico psiquiatra, exbaterista de la banda de rock uruguayo Cuatro Pesos de Propina, Emiliano Pagano.

La distinción entre artistas masivos y “músicos de a pie” es muy necesaria para él, ya que dentro de la industria es fundamental “la espalda” para “sostener los fracasos” —que también influyen en la estabilidad mental y emocional de los músicos— y no es igual de fornida en todos los artistas.

El problema para “los de a pie”, que se ganan la vida tocando y no solamente en un megashow multitudinario por año, es financiero. Basta con saber cómo se vivió la pandemia desde la música. Uno podría llegar a pensar que era el retiro perfecto para cultivar la creatividad, componer algo nuevo y volver recargado a los escenarios, pero “la creatividad necesita de una disposición afectiva e intelectual que en esta sociedad complicada y multitarea es muy difícil generarle el lugar”, dice el especialista. Ser creativos requiere tiempo pero también espacio y dinero. Para Pagano, “es un privilegio de clase”.

La pandemia además dio otro batacazo: “mató la grupalidad”, señaló. ¿Cuántos artistas decidieron emprender el camino del solista, autoproduciéndose con instrumentos al alcance de una estación de grabación y olvidando todos los valores de la vieja escuela de las bandas “de garage”? “Ahora vende la identidad individual, buscar ser un distinto en un mundo globalizado”, apuntó Pagano. Un objetivo tan pretencioso como solitario.

En grupo o como solista, el conflicto eterno del artista sigue siendo decantarse por producir música como una expresión personal o con la finalidad de llegar al público. Según Pagano, no se puede perder de vista que el arte, especialmente la música, es una forma de comunicación y por ende “tiene que llegar”. “Tu producto está expuesto y siendo evaluado todo el tiempo, y a veces tus expectativas no se colman”, eso también incide en la estabilidad de los artistas.

Hoy el escaparate de la música es internet, donde “todo el mundo aspira a monetizar como Bizarrap”. Pero cuando un músico se enfrenta a los (no tan) nuevos canales de difusión, los sistemas de monetización resultan “dantescos”, señaló Pagano.

En teoría, plataformas como Spotify o YouTube iban a darles más poder a los músicos, pero en la práctica los requisitos para poder cobrar (como el número de visitas, reproducciones y suscriptores hasta el país de donde proviene la cuenta) son tan obstaculizantes que la fuente de ingresos por excelencia todavía siguen siendo los recitales.

La industria busca reestructurarse sin tomar en cuenta a los artistas y ocupándose solamente del consumidor. “Todos los que hacen dinero con estas plataformas son excepciones, y no hay que engañarse con las excepciones”, advirtió el médico y músico.

Cómo se vive en Uruguay. “El arte toma mucho y da poco”, escuchó la compositora y productora Alfonsina de su abuelo cuando todavía era una niña. Para sus padres, lo de querer dedicarse a la música no era más que un chiste, uno del que la artista se sigue riendo hasta ahora. Esa es su vereda; la soleada. Dedicarse al arte no se trata de llenar espacios, sino de aprender a encontrar vida también en los vacíos. La cantante convive con un trastorno de ansiedad que la hace sufrir crisis de pánico, que son “desagradables” y a veces la “inhabilitan”. Pero resulta que “los lugares por los que sangró” también se han iluminado “profundamente”, cuenta a Galería.

La cantante y productora uruguaya Alfonsina.

La cantante y productora uruguaya Alfonsina.

Aprendió por las malas a aflojar la rienda de la autoexigencia, cansada de “esa horrible sensación” después de cada show que la hacía repasar las historias de Instagram para “darse palo”. “Recién ahora siento que estoy cantando mejor. No solo porque estudié técnica, sino porque entendí que no vale la pena vivir castigándose”. “Muchas veces el público pretende que le demos lo que le queda cómodo, que repitas el disco que le gustó para darle esa seguridad. Canciones para masticar y escupir en una semana. Esa debe ser una carga enorme para los artistas con éxito comercial. A mí no me interesa en lo más mínimo, eso no mueve cimientos”. Para Alfonsina, la lógica algorítmica no es inteligente, “es tonta: favorece lo básico y menos interesante”, valorando artistas por su cantidad de visualizaciones. “Eso no define a nadie, estamos en la era de la ridiculez. Tenemos que luchar para no convertirnos en ridículos”, concluyó.

A los músicos incipientes les pide que no gasten sus “fichas energéticas” en buscar reconocimiento afuera; “esa sed es insaciable y simplemente no funciona. Disfruten de sus dones y denles buen uso, que se puede llegar muy alto”.

Las drogas han sido siempre un factor muy presente en la carrera de los músicos, a veces dejando en evidencia ciertos trastornos anteriores. Es interesante conocer el tema desde Uruguay. Según Pagano, que la marihuana sea legal hace que exista una baja percepción del riesgo del consumo. Y afirmaciones como que son la “nafta para la creatividad” facilitan el camino hacia las adicciones. “Es así si está muy bien utilizada, pero si tenés predisposición al consumo problemático ya no”, señaló el psiquiatra, mencionando también al consumo de alcohol “como ansiolítico” como un grave problema en el país.

Lo que ocurre es que los músicos buscan una forma de “adquirir superpoderes” porque están “desesperados” por divertir y divertirse. Así lo explicó el vocalista, compositor y guitarrista Jorge Nasser a Galería. “Que cada uno sepa cómo aguantarse la ‘tacada. (La droga) está y forma parte”.

Jorge Nasser.

Jorge Nasser.

Nasser admite que le hizo falta información sobre las consecuencias del consumo, pero información validada también por el entorno: “El que te convidaba era el presidente del sello, que hoy es un pibe ejecutivo de cuentas que está para contar los billetes”, contó. “De haberla tenido (a la información) me hubiera moderado”.

Sin embargo, la ola de “buenos comportamientos” enfría la música. “Hoy hay muy poca bohemia, y si falta bohemia no hay nada. Pero ojo que te puede hacer mierda”, advirtió. Todas las campañas “care” forman parte de “este nuevo mundo políticamente correcto”, pero no apuntan a “lo profundo”, según Nasser. Él denuncia que la salud mental tiene que importar así como muchas otras cosas respecto a los artistas; “hay gente que sigue pensando que esto es un hobby. La orfandad del músico no es solamente lo mental”, concluyó.

Desde otra óptica, la compositora y productora Alfonsina cree que “hay pibes haciendo fama con su imagen de reventados y seguidores que realmente piensan que viven así”. Los artistas no se pueden olvidar de que hoy “son más influencers que nunca”; “una cosa es ser curioso, tener una experiencia que te enriquezca (con las drogas) y otra cosa es ser un adicto. Eso es una enfermedad mental con consecuencias lamentables. Yo no conocí las drogas por trabajar en la música, mareados hay en todos los ámbitos”, reconoció.

La cantante ve “lo corajudo” de transgredir con el consumo de drogas como algo de antes. “Hoy en día lo corajudo es estar de la cara (sobrio) y aportar remedio, o veneno si hace falta, pero a conciencia. Sin anestesias”.

Los que ya no pueden hablar

Todos conocen la historia de algún integrante del desafortunado Club de los 27, un listado de músicos que murieron a los 27 años, desde el fundador de los Rolling Stones, Brian Jones, pasando por Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain, hasta Amy Winehouse.

La portadora de la voz británica más jazzera de principios del 2000 sufrió la soledad disfrazada de miles de aplausos. Winehouse falleció de una intoxicación etílica ingiriendo el contenido de tres botellas de vodka a solas en su habitación. Antes de la vez definitiva, la artista ya había muerto “cientos de veces”, como dice la letra de la canción, y nadie se estaba dando cuenta. Lo cantó en cada recital, interpretando Back to Black como un quejido —que sonaba muy bien a los oídos— y con la mirada vidriosa.

Se cumplen 12 años de la muerte de Amy Winehouse por intoxicación etílica. Foto: AFP

Se cumplen 12 años de la muerte de Amy Winehouse por intoxicación etílica. Foto: AFP

Pasando por su padre, una lista de exnovios y hasta por la propia industria, nada podía salvarla de ella misma. La artista sufría en silencio de bulimia, que con el tiempo desencadenó en depresión. Estaba vulnerable, rota, y de eso se alimentaban los grupos de paparazzi que acampaban en su puerta esperando que se dignara a salir para capturarla peor que la vez anterior y facturar.

Winehouse no fue la única artista que se cayó a pedazos ante la mirada atenta de toda la industria y sus consumidores. Antes de ella estuvo el símbolo femenino de la contracultura, Janis Joplin. También murió a los 27 años por una sobredosis de heroína y en soledad. De familia conservadora y con el autoestima marcado por el sobrepeso y el acné, la distorsión de la imagen que tenía de sí misma fue el primer indicio de lo que posteriormente sería catalogado como un trastorno límite de la personalidad, que la volvía la protagonista de relaciones inestables y el blanco de sus propios esfuerzos frenéticos para evitar el abandono.

El DJ sueco Avicii. Foto: AFP

El DJ sueco Avicii. Foto: AFP

Ya más cerca en el tiempo, en 2017 se produjeron importantes pérdidas en la industria moderna, como el suicidio de Chester Bennington, vocalista de Linkin Park, o el de la superestrella tecno, Avicii. El documental True Stories que se hizo a partir de la historia del compositor de Without You y del que participan David Guetta, Tiesto y otros, tuvo un alcance importante. La película era brutalmente transparente; revelaba que la propia industria consiguió que al joven DJ dejara de gustarle la música y que necesitaba beber para poder volver a relacionarse con la gente.

La música de Avicii era tan eufórica que dolía, y encontró en el alcohol el paliativo perfecto. Comenzó a dañar sus órganos por el consumo excesivo y lo intervinieron varias veces. Se vio obligado a abandonar las demandantes giras y cuando por fin tuvo tiempo para dedicarse a sí mismo ya casi ni recordaba cómo se hacía para vivir como alguien “normal”. Se quitó la vida en soledad en un cuarto de hotel a los 28 años (esquivando el Club). Su familia solamente expresó que Tim Bergling, su verdadero yo, “no estaba hecho para la máquina de negocios en la que se encontraba. Amaba a sus admiradores pero evitaba ser el centro de atención”.

Los que están hablando

Después de que los casos más recientes captaran la atención de las nuevas generaciones, comprometidas con el tema, hoy artistas de todo el mundo se animan a comunicar abiertamente sus padecimientos y contar sus historias de vida.

Brian Wilson

Foto: AFP

Foto: AFP

El miembro fundador de los Beach Boys, hoy con 80 años, fue uno de los primeros all in one del mundo pop: escribía, interpretaba y producía sus canciones, sobreesfuerzo que terminó costando demasiado caro. Desarrolló su carrera escuchando voces que no daban mensajes precisamente positivos, celosas de sí mismo, según cuenta en varias ocasiones. Encontró alivio en el consumo de drogas. Hoy sabe que hace más de 50 años sufre de un trastorno esquizoafectivo que le provoca alucinaciones, paranoia y círculos de manía. Desde que lo supo, nunca dejó de hablar al respecto así como tampoco quiso retirarse de la industria: “Necesito de la música para seguir adelante”.

Ed Sheeran

Foto: AFP

Foto: AFP

Cargando con una historia de bullying sobre la espalda, Ed Sheeran tuvo que lidiar con la muerte de su mejor amigo (Jamal Edwards, también perteneciente a la industria) a la vez que diagnosticaron cáncer a su esposa embarazada de su segunda hija. Una pelea a la que poco aportaba ser famoso. Ed se hundió en una profunda depresión que, aunque sirvió de inspiración para la producción de su último disco, Subtract, lo hizo querer desaparecer más de una vez. Algo de lo que no se sentía para nada orgulloso siendo padre de otra niña. Había abandonado sus vicios con el nacimiento de ella; se dio cuenta de que no quería que otra persona que no fuera él acompañara a su esposa en el hospital. Hoy sus hijas ya tienen tres y un año, y su esposa superó la enfermedad. The Sum Of It All es un documental de Disney+ sobre esta historia.

Lewis Capaldi

Foto: AFP

Foto: AFP

Hay casos en que el público les retribuye a sus artistas favoritos por todo el esfuerzo que hacen (y también tienen su documental: How I’m Feeling Now, de Netflix). El cantante británico Lewis Capaldi recientemente sufrió una crisis en pleno concierto y sus fans terminaron de cantar Someone you Loved por él. Capaldi padece espasmos producto de su síndrome de Tourette. Le pasa cuando está cansado, nervioso o emocionado, es decir, todo el tiempo. Muchas veces el síndrome se vincula con conductas obsesivo–compulsivas, con las que poco colabora la asfixiante industria de la música. A Capaldi tampoco le tiembla la voz para hablar de su salud mental y cómo es lidiar con su diagnóstico a la par que con la exposición.

Billie Eilish

Foto: AFP

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“A veces lo que más deseas acaba siendo una pesadilla”, dijo la artista en 2020. A vivir (ella también) con síndrome de Tourette, Billie Eilish le suma ansiedad, dismorfia corporal e intentos de autolesión en el pasado. El documental The World’s A Little Blurry, de Apple TV, habla de cómo la música puede arruinarle y salvarle la vida a una misma persona. La relación más tóxica de su vida la tuvo con su propio cuerpo, encerrándose en los baños para lastimarse las muñecas cuando sus compañeros se burlaban de sus tics.

Lady Gaga

Foto: AFP

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Desde que vio en los little monsters (sus fanáticos) una fuerza increíble, la icónica Lady Gaga no omitió ni un solo detalle sobre su salud mental contando abiertamente que hace años toma ansiolíticos. Diagnosticada de ansiedad y depresión, la cantante sufrió además repetidas situaciones de abuso sexual justo cuando dio su salto a la fama, que dejaron un trastorno de estrés postraumático al que día a día hace frente. “Estaba tan traumatizada que solamente me dije: sigue adelante”, contó en un programa de entrevistas con Oprah Winfrey. Dentro de su eterna lucha por terrenalizar a una reina del pop, la artista también reveló que hubo momentos en los que odió ser una estrella por sentirse agotada y usada.

Selena Gómez

Foto: AFP

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En la lista de documentales no puede faltar My Mind and Me, de Selena Gómez, en donde detalla su lucha contra la ansiedad, la depresión, su trastorno de bipolaridad, cómo es vivir con una enfermedad autoinmune como el lupus y las dificultades que tiene para ser madre. La artista encontró en el diagnóstico un alivio y una explicación, y desde ese lugar optimista no le costó demasiado compartirlo con su público. Estar parada allí se sentía mucho mejor que cuando reflexionaba desde la oscuridad de sus primeros pensamientos suicidas. Todo comenzó con la imposibilidad de conciliar el sueño producto del estrés en los rodajes y escaló hasta querer romper con todos los prejuicios sobre la salud mental y empoderarse con el body positive, enseñando en redes sociales varias fotos de la cicatriz que dejó un trasplante de riñón producto de su enfermedad.

Miley Cyrus

Foto: AFP

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Triste, insegura y sola. Sola subida a un escenario ante miles de personas. Así se describió en más de una ocasión la estadounidense diagnosticada con ansiedad. Cyrus reconoce que sus inicios como estrella de Disney no fueron malos, lo difícil fue crecer en una familia donde la depresión y el abuso de sustancias eran una realidad. Agradecida con su padre, Billy Ray, por querer “echar la puerta abajo” cada vez que se encerraba en su habitación a llorar, la cantante aprovecha cada actuación para hablar sobre salud mental ya que la gente “no sabe cómo hablar de estar deprimidos”. Ella lo hace a pesar de sentir la amenaza del pánico escénico producto de su misma ansiedad.

Salud y bienestar
2023-07-26T11:43:00

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