Sexualidad

Mitos y verdades sobre la importancia del tamaño hoy

Publicado el 27.06.2023  - 11 minutos
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Por Leonel García Scaffo
@leonelgarcia76

La desilusión suele tener cara. Y a veces también forma y tamaño. Así lo vivió Agustina (31), una radióloga procedente de un departamento del litoral, con el hombre del que estuvo enamorada, Mario, casi desde que tiene memoria. “Yo lo conocía desde hacía mucho. Era el hermano mayor de una amiga, unos ocho años más grande. Y siempre me gustó. Siempre me gustó muchísimo. Cuando me vine a estudiar a Montevideo, él ya estaba acá. Y bueno, siempre hubo feeling, buena onda, nos encontrábamos en la rambla, íbamos a caminar, a bailar… Se dio la lógica y empecé a salir con él. Era simpático, gracioso, estudiaba y trabajaba, además cocinaba rico. Obviamente, todo se dio de forma natural”, cuenta.

El “todo se dio de forma natural” significó que la atracción acumulada desde que era una niña en el mismo pueblo, más semejante enumeración de virtudes, tenía como único e inexorable destino la cama. Y en ese momento en el que todos los sentidos entran en juego, contradiciendo a un reconocido piloto y escritor francés, lo esencial resultó visible a los ojos. Y no resultó algo lindo de ver. “Estaba todo espectacular hasta que miré para abajo”.

Agustina lo cuenta hoy y se ríe, como manda la ecuación woodyalleniana, que dice que comedia equivale a tragedia más tiempo. “Pero en ese momento quedé redecepcionada, se me terminó el amor ahí mismo, ¡no quise tener nada más! Hablamos algún tiempo más, pero no lo volví a ver”. Así, por obra y gracia de algo que no llenaba los ojos (y quizá tampoco algo más), un romance de toda la vida se hizo polvo. No recuerda qué excusa metió, sí le dijo que “no daba” salir con el hermano de una amiga, lo que hasta entonces no había sido problema alguno. Instruida como es, sabe que el placer sexual no depende del tamaño de los genitales masculinos. Pero no hubo caso. “Qué querés que te diga, a mí, sinceramente sí me importó”, concluye.

La importancia o no del tamaño del pene es una de las inquietudes/dudas/consultas más comunes en sexología y una charla de vestuario (o de ronda de mujeres) tan vieja como el sexo mismo. Desde la academia se ha respondido, siempre, que esto no incide ni en pasarla bien ni en la reproducción humana (donde ni siquiera hace falta la presencia de un hombre, vamos). Pero más allá de lo clínico y de lo que suena bien (y hasta piadoso) al oído, en un mundo falocéntrico, donde la vista es el sentido predominante y donde la pornografía y sus desmesuras son la lamentable educación sexual predominante para muchos, esa pregunta se repite una y otra vez.

Y en definitiva, ¿el tamaño importa? La respuesta más honesta es: puede ser, no lo descartes.

Cabezas y cuerpos. “El tamaño del pene es un tema que siempre siempre está en la consulta, tanto por los varones como por las mujeres. Se pregunta por el tamaño, por la situación anatómica, por si con lo que se tiene puede satisfacer o no”, dice a Galería Santiago Cedrés, médico clínico, sexólogo y presidente de la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM). 

Primera cuestión para que todos (¿todas?) se queden tranquilos. En la curva de excitación durante una relación sexual juegan el morbo, el deseo, la erección y la lubricación. “No pasa por el tamaño ni el grosor del pene. Lo que se precisa es que funcione correctamente, que pueda contener la eyaculación y que luego de eso baje la erección. Que todo funcione bien depende de tu entrega, de tu ‘repertorio’, de las pilas que le pongas al tema. Hay tamaños por encima de la media que, sin embargo, tienen una precariedad erótica brutal”, dice el experto. El saber popular tiene varios refranes al respecto. Y, según Cedrés, en Uruguay un tamaño promedio de un pene flácido va de 7 a 10 centímetros (medido entre el hueso púbico y la punta del glande) y entre 12 y 16 en estado de erección.

Aclarado esto, vale decir que el calibre juega mucho en lo psicológico, en la autoestima del hombre y también, hay que reconocerlo, en las expectativas de una proporción no desestimable de mujeres. Un estudio publicado en 2018 en la revista científica Plos One mostró que el 68% de los hombres británicos está convencido de que cuanto más grande, mejor. Y entre las mujeres, en otra investigación divulgada en abril de 2021 en BJU International Journals, también del Reino Unido, estas dijeron haber sentido un 18% menos de placer (resultado de una complicada ecuación que es más compleja aún de describir, pero que se basaba en la profundidad de la penetración) si sus compañeros tienen penes más pequeños.

“En el juego previo, el tamaño juega en la autoestima del hombre. Incide en cómo uno se presenta en esas situaciones. Entre las mujeres las hay más y menos falocéntricas. Las primeras son más visuales, si se quiere, se excitan más con el porno, les gusta un mayor tamaño para el sexo oral”, dice Cedrés. Para tranquilidad de muchos, añade, la mayoría de las mujeres prefiere sentir a ver, como ha constatado en la consulta clínica. “Hay algunas que tienen miedo de que un pene muy grande las lastime. Pero que hay mujeres que les resulta importante el tamaño, las hay. Y son frecuentes en las aplicaciones (de citas)”, concluye el titular de la AISM.

Claro que el bocho, o como se quiera llamar, choca con la anatomía. Vivian Dufau, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología (SUS), recuerda que la longitud de la vagina, entre 11 y 13 centímetros, haría que un pene muy grande generara incluso dolor. “Hay una incongruencia anatómica”. Por otro lado, el clítoris, la zona erógena más sensible en una mujer y su mayor fuente de placer, se encuentra en la parte superior de la vulva, con la que alcanza una estimulación externa. Además de que en lo anatómico puede tener alguna contraindicación (“un pene muy fino puede generar menor sensación de fricción en el clítoris”), Dufau resalta que en la función reproductiva el tamaño no tiene importancia. “Las mujeres que se empoderan con su propia sexualidad prefieren que les practiquen un buen sexo oral a que las penetre un pene grande”, asegura a Galería.

“Además hay que salir del heterocentrismo. En las relaciones entre los varones homosexuales, en una penetración anal un pene muy grande hasta podría ser complicado”, dice esta doctora, apelando a la razón del artillero. 

Todo depende. “En mi grupo de amigas, lo primero que se le pregunta a una que salió con un tipo es ‘qué tan grande la tenía’”, admite Laura (34), empleada administrativa. “Si tiene un buen pene (N. de R.: no usó exactamente esa palabra), lo volvés a ver. Y entre dos con similar actitud en la cama, elegís el de pene más grande (N. de R.: Ídem)”.

Sin más trabajo de campo que la de su propia experiencia y la de sus amigas, Laura asegura que un tamaño acorde garantiza una segunda cita. Su banda sacó otra conclusión, que no deja particularmente bien paradas a las destrezas masculinas en la cama: “A partir de lo que viví y lo que vivieron mis amigas, yo te diría que de uno a 10 el tamaño importa siete u ocho. ¿Sabés por qué? Porque un poco te garantiza que la cosa va a estar buena. Ocurre que solo dos de 10 tipos hacen bien el amor (N. de R.: Usó una expresión sinónima, menos publicable). Son tan pocos que si viene bien dotado, al menos te asegura algo”.

En una encuesta informal realizada en su cuenta de Instagram, las respuestas recibidas por la sex coach Flopi Peych demuestran que el aserto tantas veces repetido en los talleres de educación sexual respecto a la no importancia del tamaño, no ha terminado de cuajar del todo. Muchas mujeres dijeron que sí, que les importa, que hace la diferencia, que no es todo pero cómo ayuda. Sin embargo, ella prefiere relativizar tanto el peso de lo clínico como de lo popular.

“Hace poco, una clienta me confesó que su nueva pareja, que tiene un pene más pequeño que la anterior, estaba preocupada por ese tema. Y me dijo: ‘Si supiera que él me ha hecho sentir cosas que el otro jamás’. ¡Estaba feliz con el cambio! ¿No te tengo que explicar la moraleja, no?”, cuenta. “Y una mujer que tenga la vagina estrecha, por más que te encante ver algo grande, porque te calienta, por lo que sea, si durante la penetración te duele te va a dejar de encantar, ¿qué hacemos con ese tamañito? Por otro lado, capaz que un tipo con 9 centímetros de erección resulta que es un capo, que sabe hacer sexo oral, que sabe hacer todo tipo de cosas… yo creo que se va a defender mejor”, agrega a Galería.

En las reuniones de mujeres a las que ha asistido, Flopi ha escuchado cosas complementarias a las de Laura: “Sale el tema y todas dicen que sí, que es reimportante… pero enseguida surgen anécdotas del tipo de qué podés hacer con algo tan grande”. La respuesta más honesta para ella es un “depende”.

Pensar menos. Aun sabiendo que el debate no va a terminar nunca, los sexólogos que están detrás de la fabricante sueca de juguetes eróticos Lelo quisieron (intentar) ponerle punto final. “Al contrario de lo que la mayoría piensa, la importancia del tamaño del pene para la obtención de placer es más psicológica que física”, dijo su responsable de comunicación en España, Alberto Gooding, citado por Clarín, de Argentina, en febrero de 2019. 

Para ello, describieron elementos ya señalados también aquí, como las limitaciones que produce la longitud de la vagina y lo próximo que está el clítoris. También apuntaban, en el caso del hombre, al factor psicológico y de autoestima que tiene su propio nombre: síndrome de vestuario, en el que el individuo siente que tiene un pene más chico que lo habitual, lo que mina su propia seguridad. 

Importante: No hay que confundirse con el micropene, que es una condición clínica que refiere a esos varones adultos con una erección menor a siete centímetros.

Lelo señala, empero, que hay estudios preliminares realizados por investigadores de la Universidad Brigham Young de Utah, en Estados Unidos, que indican que un pene de menor tamaño puede tener ratios de fertilidad más bajos.

De cualquier forma, que sea un tema de cabeza no significa, en ningún caso, minimizarlo. “En muchas ocasiones hablamos sobre el tamaño del pene como algo banal, obviando los procesos psicológicos por los que pasan algunas personas que cuentan con miembros cuyas dimensiones no se encuentran en la media, ya sea por encima o por debajo, ya que en muchas ocasiones puede suponer un trauma que no permita mantener relaciones sexuales y, por tanto, no disfrutar del sexo”, dijo en ese mismo artículo Valérie Tasso, embajadora de Lelo en España. Darle una medida al placer sexual, agregó, es disminuirlo, ya que este no depende de magnitudes. Concluyendo, los representantes de esta fábrica piden no obsesionarse, ya que “el órgano sexual más poderoso de la anatomía humana es el cerebro”.

Tampoco hay que minimizar el aspecto psicológico, ya que en todo el mundo se ha registrado un incremento de las cirugías o procedimientos “médicos” pensados para agrandar el pene. Los expertos uruguayos consultados desaconsejan estas prácticas. “A mi consulta llegan constantemente varones con intenciones de agrandarse el pene, ¡no existe una técnica para eso! ¡Ojalá la pudiera inventar para volverme millonaria!”, se ríe Dufau. “Así es que aparecen gurises jóvenes con lesiones porque vieron algún tutorial de YouTube para agrandarse el pene, que lo único que hacen es complicar la existencia porque terminan con erecciones curvas”, complementa, ahora sin reírse.

“El culto al tamaño ha llevado a muchos varones a ponerse colágeno o ácido hialurónico en el pene. He sabido que muchos van a Argentina a eso. Y lo cierto es que el resultado —que durará cuatro meses— es horrible, comienzan a torcerse, queda una cosa desproporcionada”, apunta por su lado Cedrés. 

En definitiva, se trata más de dejarse llevar que de poner excesivas presiones marcadas por cuestiones culturales de bases frágiles. “Está bueno quitar el rol de ‘dador’ de placer al hombre”, concluye la presidenta de la SUS. “En las relaciones sexuales no hay que ser tan coitocéntrico”.

Salud y bienestar
2023-06-27T10:33:00

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