El reloj del sexo

¿Los tiempos de excitación del hombre y la mujer están cambiando?

Publicado el 18.01.2023  - 9 minutos
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Por María Inés Fiordelmondo Blaires
@manefior

La sexualidad humana está plagada de discursos que, de tan repetidos, prácticamente nadie se atrevería a cuestionar o a fundamentar. Una de esas imágenes que se han vuelto universales es aquella que, sexualmente hablando, asocia al hombre con una línea recta y veloz y a la mujer con un espiral sumamente complejo; la misma que sostiene que la mujer tarda mucho más tiempo en excitarse que el hombre, para quien mantener relaciones sexuales es, al parecer, un acto de lo más espontáneo y simple. ¿Qué tanto de cierto tiene esta afirmación?

A nivel fisiológico, la excitación requiere en ambos casos de determinada cantidad de flujo de sangre en los genitales. La psicóloga y sexóloga Vanesa Martínez explica que mientras que los varones necesitan unos 100 mililitros para lograr la erección, la mujer requiere de un flujo de 500 mililitros de sangre hacia el clítoris para que sus genitales se lubriquen. “Por ende, a la mujer le llevaría más tiempo la lubricación que al varón la erección”, sostiene la especialista. La médica y especialista en medicina sexual Magdalena Joubanoba explica a su vez que “para que haya excitación en la mujer, el proceso que tiene que darse es la vasocongestión de las arterias pélvicas, lo que produce trasudación de plasma a la vagina y recién ahí se produce la lubricación”. “Eso requiere un proceso fisiológico más prolongado”, agrega. La lubricación, no obstante, no es necesariamente un indicador de la excitación femenina, como sí lo es la erección en el hombre. Una mujer puede lubricar sin estar excitada o excitarse sin lubricación.

Pero, como todo en el terreno de la sexología, la respuesta no es tan simple como parece, ni se limita al aspecto fisiológico. En la excitación entran en juego otros factores que tienen un peso mucho mayor, como los psicosociales y personales. “La excitación es a nivel de vasodilatación, pero también mental”, resume Couto. 

Vivian Dufau, médica, sexóloga y novel presidenta de la Sociedad Uruguaya de Sexología, entiende que de retirar toda la carga psicoemocional, los tiempos de excitación entre ambos sexos serían mucho más parejos. Alude a la investigación de Virginia Johnson y William Masters —pareja estadounidense pionera en el estudio de la sexualidad humana—, quienes en la década de los años 60 se dedicaron a observar y filmar más de 10.000 actos sexuales con el objetivo de describir científicamente los cambios producidos en el cuerpo durante la actividad sexual, y no hallaron una repercusión significativa del aspecto fisiológico en los diferentes tiempos de excitación. Tanto hombres como mujeres, según esta investigación, atraviesan la misma curva de respuesta sexual, que consta de cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Y es el componente psicoemocional el que en realidad ha llevado  —históricamente y hasta hoy— a la mujer a disminuir su deseo y a prolongar los tiempos de excitación, si se la compara con el género masculino. 

“El problema que tenemos las mujeres es que tenemos un componente psicoemocional importantísimo. Como nuestro deseo no es primario y espontáneo como el de los hombres, se nos dificulta más, entonces se considera que somos más lentas. En realidad tenemos un montón de cosas alrededor de nuestro encuentro que no nos permiten ir de lleno; en cambio, las personas con pene o varones cis tienden a tener un deseo más espontáneo, más rápido”, argumenta Dufau. Tantos años de represión y educación nula o restrictiva de la sexualidad hacia la mujer siguen haciendo mella en sus vivencias del deseo y la excitación sexual. 

Cuestión de deseo. Existen dos tipos de deseo. El tipo 1 es fisiológico, y en los varones se relaciona con la alta concentración de testosterona que los lleva a tener un deseo más espontáneo, una mayor predisposición al sexo. En las mujeres, en tanto, existe un pico en su deseo fisiológico y hormonal durante el día previo y posterior a la ovulación, momentos en los que aumenta su predisposición. Sin embargo, apunta Dufau, este deseo se vuelve cada vez menos frecuente debido al uso de métodos anticonceptivos hormonales. “Hay compuestos de estas pastillas que hacen que esos picos hormonales que tenemos en el mes se vean disminuidos”, agrega. Pero un 90% del deseo sexual femenino, explica Dufau, es secundario o de tipo 2, y depende del contexto psicoemocional y ambiental. Es ahí cuando aparece lo que Dufau señala jocosamente como “la checklist para disfrutar”. “Fijate cuáles son tus condiciones para ir a disfrutar. La estética, los pelos, que si estoy menstruando, que si hay gurises en la casa, que si me levanto temprano. Una cantidad de condiciones que no son biológicas sino aprendidas, y van a hacer que la mujer tenga un enganche sexual más difícil que el varón”. 

Mientras la mujer ha sido reprimida o restringida, el hombre, en cambio, ha sido culturalmente acelerado en cuanto a su sexualidad, sostiene el psicólogo y sexólogo Andrés Couto. “El hombre tiene muchas presiones en esto de tener el pene erecto, que tiene que estar erecto de una, que tiene que rendir, ser macho digno de… Esas cosas hacen que escape mucho de la previa. Como el pene está erecto, quiere penetrar, entonces los tiempos lo aceleran culturalmente, cuando en realidad ayuda muchísimo tener una buena previa”.

Además, explica Joubanoba, en este “acelere”, el varón puede abordar (con la mejor de las intenciones) a la mujer tocando directamente una zona erógena  —algo que a él en el caso inverso lo excitaría— sin tener en cuenta que sus tiempos son distintos, y que la mujer (generalmente) requiere de una aproximación “más delicada”. 

Los sexólogos consultados también coinciden en que los hombres tienden a excitarse visualmente, mientras que en las mujeres el proceso suele empezar por lo sensorial. Según Joubanoba, una mujer no se excita fácilmente ante la desnudez de su pareja sexual, como sí sucede en el varón. “En los hombres todo esto es lineal. La respuesta fisiológica es más visual: tienen un estímulo erótico, hacen una vasocongestión e inmediatamente el pene tiene una erección, y generalmente no requiere de factores emocionales”, indica. 

Una vez alcanzada la excitación, el denominado paro sensitivo  —todo aquello que puede llegar a distraer y bajar la respuesta sexual rápidamente a cero— también aparece con más frecuencia en las mujeres, explica Dufau: “Perdemos la concentración y tenemos que volver a arrancar. El varón tiene la capacidad de distraerse y mantener la erección, tiene un continuo de respuesta que nosotras no”. 

Por otro lado, tras el orgasmo sí hay una clara diferencia en la respuesta sexual femenina y masculina. Mientras que el varón entra en un período refractario que puede durar desde algunos minutos hasta varias horas o días, la mujer tiene la capacidad de ser multiorgásmica, es decir, alcanzar otros orgasmos inmediatamente. 

¿Balance? Aunque históricamente, y a nivel general, los factores psicológicos han tenido mayor peso sobre las mujeres, la ecuación poco a poco está cambiando y la balanza se ha ido equilibrando: los hombres empiezan a prestar más atención a sus emociones mientras que, de la mano del feminismo, las mujeres buscan y poco a poco van logrando la libertad, seguridad y empoderamiento sexual.

Algunos hombres, explica Joubanoba, viven con desconcierto estos cambios, algo que puede impactar en las vivencias de su sexualidad y, por ende, en sus tiempos de excitación. Por ejemplo, un varón que se siente intimidado y presionado cuando una mujer toma la iniciativa puede no llegar a una erección, o demorar más en hacerlo. “Hay varones jóvenes que todavía tienen un paradigma de otras épocas, pero reaccionan de otra forma al ver que el modelo actual es diferente. Estamos en una época bisagra, donde los varones a veces están un poco expectantes o paralizados”. Añade que el varón “desconcertado” suele manifestar miedo al desempeño ante una mayor seguridad de las mujeres. “Ya no dependen de los varones, son mujeres independientes, y ahí ves la inseguridad masculina”. Ni siquiera los varones que recién inician su vida sexual escapan a este temor con respecto a su rendimiento. “La mochila que tienen es muy grande y cuando no pueden se sienten fracasados, frustrados, empiezan a tener conductas evitativas frente a las mujeres. Hay que hacer un cambio más profundo en la educación”, subraya la médica y especialista en medicina sexual.

Y así como recién en los años 60 Masters y Johnson descubrieron que la mujer no depende de un hombre para sentir placer sexual y alcanzar un orgasmo, los factores psicosociales alrededor de la respuesta sexual masculina recién se están empezando a estudiar. El hombre poco a poco deja de ser el “macho” que siempre tiene ganas, que siempre tiene que estar listo, como si fuera una máquina sexual sin tener en cuenta si está estresado, o cansado, o con otras preocupaciones; y esto  —al igual que en las mujeres— se refleja en sus tiempos de excitación sexual. “Ahí empieza a igualarse a lo psicoemocional de las mujeres”, indica Dufau. Si este mayor equilibrio en la balanza se acompaña de una buena comunicación en la pareja, las probabilidades de alcanzar una misma y placentera sintonía durante el acto sexual serán mucho más altas. 

Aunque existan diferencias fisiológicas y psicosociales o culturales, Couto concluye que el factor personal es el que más influye en la excitación. “Es tan importante que una mujer se podría excitar antes que un hombre, pese a las diferencias fisiológicas”. Cómo una persona (hombre o mujer) conciba la sexualidad, qué tanta importancia le dé, qué tan libremente la viva y la exprese serán determinantes a la hora de sentir deseo y excitarse.

Salud y bienestar
2023-01-18T12:42:00