Adiós a una mujer admirable

Cristina Morán: "Vivo con intensidad el hoy y lo que va a venir: el ayer ya está vivido"

Publicado el 22.09.2023  - 16 minutos
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Foto: Adrián Echeverriaga

Por Patricia Mántaras de la Orden
@patimantaras

La tarde de la entrevista, Anina no está, fue al spa, explica su dueña. El living de la casa de esa mujer, en Parque Batlle, es muestrario de su trayectoria. Hay pinturas de ella de diferentes momentos capturados por diversos artistas, caricaturas y otras más naturalistas, la mayoría mostrando su sonrisa. En 90 años de una vida es probable que las razones para reír se hayan alternado con instancias menos felices, pero Cristina Morán se enfoca en las primeras. La declaración de ciudadana ilustre -que le entregó la Intendencia de Montevideo hace unos días días- está todavía sin colgar, aunque ya tiene un espacio definido en la pared. "Es una belleza -dice-. La voy a poner cerca de este, que es la réplica de la baldosa que tengo en la peatonal Sarandí, porque tienen que ver". Ambos son reconocimientos a una vida de trabajo dedicada a la comunicación en sus múltiples formas, a una mujer que nunca ha perdido la lucidez y la ecuanimidad, una de esas personas que hacen bien, ya sea que uno comparta una amistad longeva o apenas unos minutos de una tarde de febrero.

El trajín de estos días, con el inminente estreno de Alelí el próximo jueves 5 de marzo-la película de Leticia Jorge en la que interpreta a una matriarca con todas las letras- contradice la rutina serena que le recomendó el médico, pero su impulso inquieto es algo que no puede controlar. Al final del día la espera Anina, la schnauzer con la que lleva viviendo cinco años. Cuando llegó, Cristina no quería más perros: "Me encariño muchísimo y sufro cuando les pasa algo". Pero, una vez que la vio, fue suya. "A veces la miro y digo: ¿qué nos va a pasar? Y ella abre los ojos grandes y me mira". A veces no hace falta hablar con una compañera de ruta que lo entiende todo.

Hace un par de semanas fue declarada ciudadana ilustre. ¿Se lo esperaba?

No, yo no espero nada. Las cosas vienen. Tampoco digo: "Yo soñé toda la vida con esto". No sueño nada, soy muy tierra. Vivo con intensidad el hoy y lo que va a venir: el ayer ya está vivido, ya fue. A mí ya no me vienen a entrevistar por la Noche de la Nostalgia porque no tengo nada para decir, no soy nostalgiosa.

Siempre se la ve y se la escucha aggiornada, abrazando los cambios y los avances. ¿Es el secreto de su éxito a través de las décadas?

Totalmente adaptada a los cambios. Si no hubiera sido así, no estaría. Estaría viva, pero no vigente. Me habría quedado en el recuerdo de algunas personas. Y no es solo por mí, por mi forma de ser, por mi actitud frente a la vida, también porque tengo nietos jóvenes. Tenemos que adaptarnos a los jóvenes, no voy a pretender que los jóvenes se adapten a mí. Ellos son los frescos, son la savia nueva. El que no lo hace se lo pierde. Es maravilloso.

¿Cómo era ser una mujer bella y con carácter en los comienzos de la televisión, en un ambiente mayoritariamente masculino?

A mí no me dio trabajo ninguno. Yo tenía 17 años cuando arranqué en la radio. Tener esa edad en el año 1948 era ser una nena. Era otra cultura, otra educación. En la radio pasé a ser muy mimada porque era la nena. Además era menor, ninguno (de mis compañeros) era tonto, y sabían muy bien a qué se exponían. Después sí, se tiran lances. Toda la vida fue igual, te invitan a tomar un café, te conversan y después sigue con un martini, y está en ti también aceptar o no esas reglas del juego. Yo nunca tuve problemas de acoso ni de discriminación, pero eso también puede ser porque yo tengo un carácter muy fuerte, lo tuve siempre, desde chiquita, y con los años eso fue creciendo. Una personalidad fuerte se impone, y eso también marca una distancia.

¿Es difícil lidiar con los egos de la televisión?

En la televisión y en la radio. Yo tuve un enfrentamiento con un varón por razones laborales en la radio, porque siempre va a haber gente que quiere ser más que tú, ya sea varón o sea mujer. Hay una tendencia, o había, a la falta de respeto, a querer sobrepasarte. Tuve un encontronazo una vez nada más, pero fueron muchos los testigos. Fue con un colega de radio y tuve que ponerlo en su lugar, porque era él o yo. ¿Y sabés qué? Era yo.

Foto: Adrián Echeverriaga

Foto: Adrián Echeverriaga

¿Más allá de que esto es Uruguay, en algún momento le costó lidiar con la exposición?

Pasó mucho tiempo antes de que la gente realmente nos conociera por la imagen. Nos conocían por las voces a través de la radio. Te mandaban cartas, entonces nosotros nos tomábamos una foto en un estudio, la imprimíamos y después la autografiábamos y la mandábamos con una pequeña carta agradeciendo. Luego vino la televisión, en 1956, pero había muy pocos televisores, y con los pocos que había en ese momento la gente trataba de ver televisión de Buenos Aires, que se veía si el viento, la atmósfera o los cumulonimbus lo permitían; si no no veías nada, era pura nieve. Cuando empezaron a conocernos fue un deslumbramiento para el público descubrirnos, y para nosotros fue un deslumbramiento que la gente nos conociera, que nos dijera por el nombre, que nos hablara. Fue progresivo: a medida que crecía la cantidad de gente que tenía televisor, crecía el número de admiradores.

¿Tuvo alguna vez un enamorado a la distancia?

Sí. Me da mucha vergüenza pero sí. Sobre todo por ese misterio maravilloso que tiene la radio. Tuve un programa unos cuantos años en Radio Universal que se llamaba Hombre, mujer, noche, iba a la medianoche, de 12 a una. Pasaba música para esa hora y leía poemas de distintos autores. Ahí florecían los admiradores.

Era todo muy propicio, desde el título del programa hasta el horario.

Claro, y la gente en general está muy sola. No solamente los mayores, los viejos como yo, la gente en general está muy sola. Entonces, escuchar una voz cálida, que leía cosas bonitas, poemas, y en ese horario...

¿Qué edad tenía cuando hacía ese programa?

Tendría 35 o 36 años.

¿Y cómo se organizaba en aquella época con su hija Carmen? ¿Cómo conciliaba la maternidad con el trabajo?

Mientras vivieron papá y mamá iba todo sobre rieles. Cuando comencé a perderlos se empezó a complicar, sobre todo cuando mamá partió, porque la nena se quedaba con ella. Un día, conversando con una señora en la peluquería, salió el tema y ella me pasó -como se dice ahora- el pique de la Asociación Cristiana Femenina. Me dijo que ahí formaban "samaritanos", esa era la palabra. Llamé a una señora y era una babysitter, una mujer maravillosa que hasta ahora la seguimos recordando y amando con mi hija. Victoria Cotrofe, ella fue para mi hija la babysitter, la tía, la abuela, todo, en esos años en que mamá ya no estaba. Pero igual, siempre me preocupé de que la niña me encontrara en casa, de que tuviera la presencia materna. Como la crie sola, de que tuviera mi presencia a la hora de los deberes y a la hora de dormir; era fundamental que a la hora de acostarse la madre estuviera ahí. Fui una madre presente.

¿Cómo me las arreglaba?

No sé. Pero qué importante que haya sentido y haya quedado el olor a comida casera en la casa. Y cuando se fue a examen de Historia le dije: "Bueno, vamos a estudiar". Nos poníamos en el cuarto de ella toda la noche igual, y te digo que ese año aprendí de la Revolución rusa como nunca. Y salvaba, porque le estaba encima. Es muy importante ser padres presentes. Es muy difícil ahora, porque el hombre y la mujer trabajan a la par, o están muy solos y no pueden cubrirse. Pero hay que hacer el esfuerzo, porque mirá que te compensa eso. La compensación que tuve y tengo con ella es ver que ella también es una madre presente con sus hijos ahora.
Cuando su hija era chica no era tan frecuente ver a una madre sola, trabajando y llevando la casa adelante.
Fui muy transgresora, en todo. En el año 63, cuando nació Carmencita, no era frecuente, no. Éramos mujeres non sanctas, era pecado carnal ser divorciada. De pronto las amigas te decían: "Aprovechá, andate a vivir sola". ¿Yo ir a vivir sola? No, quería estar con mi mamá y con mi papá, y que ellos cuidaran a mi hija; tener la tranquilidad de que estaba a salvo de todo. ¿Cómo me voy a ir a vivir sola con una bebé? Ella tenía dos meses cuando yo me separé. Mi matrimonio duró 20 meses.

¿Alguna vez se planteó volver a formar una pareja?

Una vez tuve un novio que... Digo novio porque entiendo como pareja a los que conviven, y yo nunca más conviví. En eso fui muy antigua. Un hombre en mi casa que no fuera el padre, con una hija chica, no. Preferí que fuera de otra manera, por carriles separados. Ojo, que este novio que tuve durante 13 años fue un padre para mi hija. Pero a distancia, no conviviendo. Compartiendo sin convivir, siempre lo vi así.

Cuénteme de su personaje en Alelí.

Es divino el personaje, tiene unos tonos, unas respuestas; me gustó mucho. Ahora la vimos en el estreno en el festival (de cine de Punta del Este). Estábamos fuera de concurso, éramos invitados, pero hubo una respuesta hermosa del público, que se rio, festejó, celebró, se quedó serio, pensó, aplaudió cuando terminó. También estuvimos con colegas de otros países que la vieron y estaban encantados. Eso es bueno. Es una comedia costumbrista, de esas en que la madre le dice al hijo: "Comete un buñuelo, los hice para vos". Es muy linda, fresca.

Cristina Morán en el rodaje de Alelí.

Cristina Morán en el rodaje de Alelí.

¿Se siente identificada con ese tipo de madre, entre amorosa y demandante?

Las mujeres en general somos un poco eso, sobre todo con los varones. A mí me pasó. Tuve un hermano, que murió muy joven, y yo siempre le decía a mamá que ella quería más a mi hermano. Pobrecita mamá, que era incapaz de eso. Me decía: "No, m'hijita, yo los quiero a los dos igual". Es como si la madre presintiera o sintiera que el varón la necesita más, que hay algo de debilidad en él que la madre tiene que suplantar. Y esta madre es así. Yo había hecho otras cosas en cine, pero importante realmente, esta; porque además es un personaje con peso, así que es como si fuera la primera vez. Siempre hay tiempo para empezar y para estrenar, y a esta altura estoy estrenando en cine.

¿Se maquilla todos los días, aun para estar en su casa?

No, me maquillo si salgo. Si no, cara lavada. Acá me pongo un short, una bermuda, las sandalias, y así ando.

¿Mientras trabajó en televisión había exigencias físicas, estéticas, de bajar o subir de peso, sugerencias de cómo llevar el pelo?

No, acá no te dicen nada. Es todo a la uruguaya. Te apoyan. Cuando venía el color (a la televisión) yo quise ir a Buenos Aires a aprender algo de maquillaje, y me mandaron. Después me quise hacer un lifting, que no lo necesitaba, porque tenía 52 años, y el canal me bancó el lifting. Te apoyaban, pero no te exigían. Acá somos tan distintos en ese sentido a los argentinos.

Es una persona que ha llevado muy bien el paso del tiempo, que no reniega de su edad.

Coqueteo con la edad. Estoy muy bien además.

Pero ahora hay como un afán de detenerlo. ¿Cómo hace para estar en paz con eso?

Es tener claro que la vida va pasando, y que vas cumpliendo etapas. Nacés, te desarrollás y morís, entonces, lo que tenemos por vivir vamos a disfrutarlo. Está bárbaro retocarse, me parece genial, yo lo hice en el año 81 y fue perfecto. Pero nunca más me toqué la cara porque no podés engañar a la biología: las manos te denuncian, las manchas. Entonces vamos a asumirlo como la realidad que es, y además con alegría. Yo voy a cumplir 90 años y estoy encantada, porque estoy viva. Me gustaría tener 30, claro, pero ya los pasé. Ahora sí, me desquito, porque tengo una cabeza de 30, y de 30 de esta época, no de antes.

Empezó a trabajar a los 14 años porque no quería seguir estudiando. ¿Era rebelde?

Totalmente. Además veía que en casa era necesario y yo siempre fui muy responsable. Así que me fui a trabajar de ascensorista en tienda La Ópera.

¿Cómo es con el dinero? ¿De disfrutar el momento o más bien ahorrativa?

No, nunca fui. Soy caótica. Ahora ya no gasto, pero cuando todavía no se hablaba de consumismo, yo consumía.

¿En qué gastaba?

En ropa, además siempre tuve auto y casa propia. Pero nunca grandes cosas, todo muy discreto, recatado. No soy de pompa. Y eran inversiones además. Viajé mucho también. Después vino mi hija y era de comprarle cosas a la nena, aunque después regalás las cosas sin que las haya usado; crecen tan rápido. Pero si será lindo.

¿Cree que maduró demasiado temprano?

No, fui viviendo todas las etapas a su tiempo. No las dejé pasar. Es muy importante que no te queden cosas pendientes, como querer saber cómo es la noche, por ejemplo. Hay que salir y vivirlo, lo mismo para el varón que para la mujer. Vivir las cosas a su tiempo es fundamental. Si no, después vienen los desastres, porque lo querés hacer fuera de tiempo; cuando pasó el momento, pasó el tren. ¿No lo tomaste? La quedaste.

¿Qué quiere para sus nietos?

Uy, difícil para sagitario, decía el horóscopo. Es muy difícil. Ellos van a heredar un mundo que es total responsabilidad nuestra. Un mundo desesperado. Están heredándolo, porque ya está pasando todo y me preocupa, porque te sentís responsable. Son momentos difíciles. Yo deseo que estén encaminados y que logren encaminar a las familias que formen también. Es un mundo muy desdichado, por eso hay que mantener la alegría.

En sus casi 90 años, ¿cuál fue el período más crítico de su vida?

Fue lo que vivimos todos los uruguayos con la dictadura. Fue difícil en todo sentido, no solamente en la parte personal, sino profesional. Lamentablemente, los que no nos fuimos quedamos marcados por eso, porque no nos fuimos y seguimos trabajando. Y sí, qué vas a hacer, no todo el mundo se va y no todo el mundo deja de trabajar. Pero esas son las cosas tremendas que ocurren en momentos de quiebre como ese. Esa es otra cosa que me preocupa hondamente. El sistema democrático maravilloso de nuestro país. Tengo miedo. Pero ojo que no estoy involucrando a nadie. Estoy temerosa por un futuro, por encuestas. Hace unos días leí una encuesta que decía que solo 30 por ciento de la población defendía la democracia acá en Uruguay. Las encuestas son muy frías, son números y punto, pero es muy preocupante. Me preocupa que alguien pueda romper el sistema, porque lo más maravilloso que nos puede pasar es vivir en una democracia plena. Tenemos que defenderla con uñas y dientes.

¿Qué espera para los próximos cinco años?

Yo quiero que le vaya bien a este nuevo gobierno, porque quiero que nos vaya bien a todos. Si le va mal al gobierno, le va mal al país, y el país somos nosotros. Espero que sepan hacer las cosas, porque van a ser cinco años de mucho trabajo. En esta alternancia, por la cual lucharon, van a tener mucho trabajo, y el trabajo va a ser interno también, para que no se quiebre esta coalición multicolor.

¿Cómo es un día en su vida hoy?

Tranquilo si lo comparo con lo que era mi vida. Yo no tenía horario, no tenía lugar, podía estar en Europa como podía estar en la llegada de Perón a Argentina. Pero ahora no. Ahora no trabajo, no hago más televisión, lo único que hago es teatro. Además, como tuve algunos problemitas de salud, trato de seguir la indicación médica de hacer todo pero bajando las revoluciones, porque ni mi corazón ni mis huesos son jóvenes como para desafiarlos tanto. Trato de que mi vida sea más tranquila, pero, como siempre, voy al cine, voy al teatro, me reúno con gente que quiero mucho. No soy de muchas amistades, fui en un tiempo, pero no sé si eran tan amigos o eran más bien compañeros o conocidos. Con el tiempo te volvés más selectiva. Tengo pocas amistades, pero sé que están, que es lo que importa. Nos juntamos cada tanto con una amiga, con la que salimos mucho, y tengo una prima que es como una hermana, y vamos para todos lados. Por decisión propia dejé de manejar hace ocho años. Viví 12 años en El Pinar, porque los nenes de Carmen eran chicos y ella se quedaba mucho sola porque el marido era piloto. Entonces compré una casa allá. Pero en 2012 volví a Montevideo y cuando vi lo que era el tránsito le dije a mi hija: "No manejo más y vendo el auto". Además, soy tan temperamental que lo traslado al manejo y todavía iba a terminar colgada de un árbol. Lo puse en Mercado Libre, lo vendí y nunca más. Que se hagan responsables otros. Tenía 81 años cuando tomé esta decisión, que fue de las decisiones más importantes que he tomado, porque estaba cuidando mi vida y estaba cuidando la vida de los demás.

Foto: Adrián Echeverriaga

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2023-09-22T12:16:00