Arotxa fue el protagonista del segundo encuentro del ciclo Desayunos Búsqueda

Publicado el 19.04.2023  - 5 minutos

El segundo encuentro de Desayunos Búsqueda en Magnolio Sala se realizó con el artista plástico y dibujante Rodolfo Arotxarena, Arotxa.

El director periodístico de Búsqueda, Andrés Danza, y la editora de Cultura del semanario, Silvana Tanzi, fueron los encargados de la entrevista que comenzó repasando la historia del artista desde su niñez en el local de camisas a medida de sus padres hasta la actualidad, en la que prepara una exposición en el Museo de Artes Visuales para el mes de junio.

Fue en sus primeros años en la camisería cuando se descubrió como “un observador molesto”. “Los que nos abocamos a esto decodificamos sistemáticamente todo en imágenes, el común de la gente es literal”, dijo y aseguró que aprendió a navegar en la soledad junto a los discos de tango de sus padres. “Tuve la ventaja y la desventaja de ser hijo único, en mi casa lo que había era una cantidad importante de discos de pasta (...) esos discos de tango eran mi entretenimiento”, relató.

Arotxa es autodidacta, algo que calificó como uno de sus grandes defectos porque “da trabajo”, pero al mismo tiempo “se hace la voluntad que uno desea, y eso está bien”. “Me parece muy importante cultivar lo que tiene que ver con el individuo y su convicción. No sé si es un tema de terquedad, recibo bien que me ayuden, pero pienso yo”.

De su juventud recordó un viaje a Alemania junto a otros colegas, entre los que se encontraba Hermenegildo Sábat: “Estamos hablando de una época compleja, que fue la década de los 70. En Alemania fue sin dudas donde tuve mi primer accidente cerebrovascular intelectual, me di cuenta de que había otra cosa, que me motivó muchísimo. (…) Aprendí que cada país y cada medio de prensa grande tiene su propio caricaturista que dibuja la realidad”. En ese momento descubrió que necesitaba centrarse en un foco concreto, que terminó siendo el diario El País, en el que trabajó por 42 años. Antes pasó por el semanario Búsqueda y comparó su redacción con la orquesta de Osvaldo Pugliese: “En esa época los que estaban laburaban de verdad”.

Sobre las presiones que recibió en dictadura, comentó que lo que había era mucha autocensura: “Los que estaban con los cargos intermedios se cuidaban mucho porque yo era un peligro”.

Recordó un incidente que le pasó a su madre: “En esa época había un comandante en jefe que iba a hacerse las camisas, para esa época mi padre ya había fallecido y mi madre le preguntó, de la manera más ingenua, si había algún tipo de problema en hacer caricaturas. El tipo inmediatamente dijo que no había ningún problema, que lo que tenía que hacer era mandar el dibujo previamente para que se vea y después se publicaba”.

A pesar de esa anécdota aseguró que no tuvo ningún incidente directo, los reclamos siempre fueron a través de terceros: “Acá funciona mucho el teléfono, antes lo que hacían era tratar de no dejar rastros. El único que me llamó fue un ministro de Economía que se llamaba Valentín Arismendi que me preguntó por qué lo había dibujado con una careta, y yo le dije que estábamos en carnaval, lo cual era cierto”.

Con la instauración democrática, “el modus operandi es el mismo, no dejar rastros. Hay gente que se quejaba y mandaba cartas. El epistolario es fabuloso, yo no sé si vale mucho la pena publicarlo porque es el pasado y el pasado para lo que sirve es tratar de sacar lo bueno de lo bueno”.

A pesar de las quejas y reclamos, sostuvo que la caricatura y la política son antagónicas y tienen que existir en democracia, porque “la dictadura no tiene sentido del humor”. “Por eso cuando viene un régimen autoritario, despótico, totalitario, es como un tsunami y a lo primero que ataca es al humor porque le tiene pánico al ridículo; (…) dibujar en dictadura es muy embromado pero en democracia hay otro problema y es que de noche todos los gatos son pardos, entonces cuando uno menos se lo espera hay alguien que está agazapado para dar el zarpazo disfrazado de demócrata”.

Para Arotxa, un caricaturista que no es incisivo tiene “una mirada tibia que no cala ni da la posibilidad de que la gente lo reciba”. Dijo que las personas comentan las caricaturas cuando pasa algo, “porque la caricatura es para prensa, va en el papel donde uno puede disfrutar de ella”.

El caricaturista analizó la situación de las redes sociales en la actualidad y se declaró como “un hincha a muerte” de ellas. “El celular es una cosa fabulosa, lo que no es fabuloso es la gente”, dijo.

En la parte final de la charla, Arotxa contó sobre sus proyectos pasados y presentes: el Gardelazo, un megacartel en Tacuarembó, sus pinturas sobre el candombe y la próxima muestra cuyo tema son los caudillos. En relación con su inspiración, dijo que “es muy difícil ver el mundo con ojos propios”.

Al culminar este encuentro, Arotxa recibió una placa conmemoratoria de los 50 años de Búsqueda.

Fotos: Adrián Echeverriaga y Sofía Torres

Mirador
2023-04-19T17:12:00