5 imperdibles

Una selección de la variada y novedosa oferta gastronómica de Buenos Aires

Publicado el 28.09.2022  - 8 minutos
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Buenos Aries deslumbra al visitante. La vida cultural, las compras, los espectáculos, sus cafés y librerías son siempre una maravilla. Cuando además las condiciones económicas son favorables, los uruguayos disfrutamos especialmente de esas visitas. Aquí seleccionamos cinco lugares para ir a comer no tan conocidos pero imperdibles, y agregamos dos yapas para que los viajeros puedan tener más opciones. 

Alo’s

La Horqueta es una zona residencial de casas lujosas y jardines cuidados en San Isidro. Llegar desde el centro sin auto no es fácil pero un taxi cumple la tarea sin grandes problemas, y gracias al cambio favorable, sin gran merma para los bolsillos. El local no es grande y requiere reserva previa. 

Alo’s tiene una de las cocinas más imaginativas y definidas de Buenos Aires. Alejandro Feraud está al mando de los fuegos y del equipo de este fantástico bistró. Diseña una carta corta, muy creativa, con platos que rotan según la estación. Las porciones admiten ser compartidas y suele haber disponible un menú degustación que puede pedirse aun si no aparece en la carta. Alejandro y Clara Corso, su actual jefa de cocina, disfrutan de crear platos magníficos con vegetales de estación. El de espárragos y trufa (quedan ya las últimas de la temporada) o el de asteráceas son dos ejemplos. Algunas pastas muy delicadas y varios platos de carnes como el pato con topinambur o el cochinillo PAC dejan en evidencia el cuidado y la delicadeza de las preparaciones. 

Un párrafo aparte merece la carta de postres. Un estilo propio fue creado por Yamila di Renzo, una de las mejores pasteleras argentinas. Postres deliciosos desarrollados a partir de ingredientes poco tradicionales que también cambian permanentemente son la base de una cocina dulce única. Yamila ya no está en la brigada pero su impronta quedó marcada. 

Alo’s es un lugar diferente, con una cocina variada, sabrosa y muy personal. Un lugar que merece sin dudas estar en cualquier ranking gastronómico. 

Blanco Encalada 2120, San Isidro. Reservas por la plataforma Meitre.

Anchoita

Todo sorprende en Anchoita, desde la ubicación muy cerca de la cancha de Atlanta en Villa Crespo, lejos del oropel palermitano, hasta el local, apenas insinuado por una puerta desapercibida en la cuadra. Adentro, el salón, que supo ser un viejo taller, está presidido por una enorme barra central que rodea una cocina a la vista, donde el equipo prepara cada plato con una extrema precisión en un silencio que conmueve. En un lado se ve una increíble vitrina con decenas de quesos de toda Argentina y unos chacinados estupendos, muchos de ellos de elaboración propia a partir de cerdos criados a bellota en un campo propio. Es que el rey de este lugar es el producto. La materia prima es soñada y cuando el mercado no la proveía, Enrique Piñeyro, el polifacético y acaudalado dueño, la criaba o producía. Así, el ganado viene de sus propios campos, la mayor parte de los vegetales de su huerta en Tigre y hasta el chocolate es de producción propia a partir de cacao que importa de Perú. Esta desmesura da como resultado un lugar único, siempre lleno, para el cual las reservas son casi imposibles. El secreto es ir temprano 19:45 y pararse con paciencia 15 minutos en la cola que se encontrará en la puerta. A las 20 un eficiente camarero los ubicará en mesas o en la barra a condición de liberar el lugar 21:30. El premio será poder disfrutar de alguno de los mejores platos que ofrece la cocina argentina. El plato de crudos o los pescados enteros a la parrilla son, por ejemplo, algunos de los imperdibles. La carta de vinos es igual de deslumbrante. A dos cuadras hay un pequeño local, Anchoita Cava, donde se pueden tomar los vinos, los quesos y fiambres y algunas de las tapas. No es lo mismo que el local principal, pero es otra experiencia que vale la pena.   

Juan Ramírez de Velasco 1520, CABA. Reservas por la plataforma Meitre.

Roux

En una esquina casi parisina de Barrio Norte, Martín Raubadino, después de muchos años de comandar las cocinas del mítico Oviedo, abrió su propio bistró. Pequeño pero elegante, ganó espacio durante la pandemia expandiéndose a la vereda con terrazas. Las reservas son inevitables y quienes las hagan encontrarán el placer de una carta equilibrada con algunos platos fascinantes, tanto en la estética colorida de los emplatados como en la contundencia de los sabores. Los arroces y los productos de mar son algunos de los puntos altos. La de Raubadino es una cocina vibrante, con apego a la tradición pero con técnicas modernas que se usan con cuidado para resaltar sabores y preparaciones. La carta a veces peca de excesiva al describir los orígenes de los ingredientes de los platos y puede resultar algo barroca, pero este detalle no cambia el resultado de la experiencia de comer en este lugar mágico. La atención es muy cuidada, puede suceder que los camareros recuerden lo que comió el cliente la última vez que estuvo, e incluso sugerir algún cambio. Si el comensal queda al final de turno, el cocinero saldrá a charlar un rato con cada mesa. 

Peña 2300, CABA. Reservas por la plataforma Meitre.

Tanta

Gastón Acurio, uno de los grandes artífices del éxito de la cocina peruana, desembarcó en Buenos Aires con dos de sus restaurantes, la cevichería La Mar en Palermo y este restaurante casi céntrico más orientado a la cocina criolla, ubicado en un luminoso y moderno local abierto casi todo el día. No admite reservas pero tiene una rotación tan grande que es casi inmediato conseguir lugar aún a horas pico. Los platos peruanos más clásicos, como la causa, las papas huancaínas, el lomo saltado o el tacu-tacu pueden encontrarse en la carta, así como algunos menos célebres y con algo de mixtura con el producto argentino, como los arroces o los ravioles de lomo saltado. Una mención especial tienen las croquetas de ají de gallina, simplemente maravillosas. Los postres se eligen de una vidriera y son otra de las especialidades. En precio-calidad este lugar es casi insuperable y merece una visita.  

Esmeralda 938. No hacen reservas.

Gran Dabbang

Ejemplo de la llamada cocina fusión, este local celebrado por el público y por los cocineros argentinos que suelen juntarse en alguna de sus mesas en los días libres ha sostenido en el tiempo su propuesta. Mariano Ramón, el patrón del lugar, deslumbrado por la cocina del sudeste asiático y la India a las que conoció en varios viajes, hizo una mixtura compleja de sabores, ingredientes y técnicas con la cocina del noreste argentino y Perú. El resultado son platos originales, plenos de sabores, que invitan a viajar y a descubrir nuevas sensaciones. El lugar es sencillo, con una excelente relación calidad-precio y un ambiente distendido, aunque los días en que está muy lleno se siente la presión de los comensales que esperan. Para quienes no lo conocen será una experiencia única. 

Scalabrini Ortiz 1543. Reservas por WA: +5491135010481

Dos yapas  

Corte Charcutería 

Ubicado en el bajo de Belgrano, en una esquina algo alejada del ruido, es el segundo local de la sociedad que establecieron el uruguayo Santiago Garat y el charcutero César Sagario. La especialidad son los fiambres de elaboración propia y los quesos seleccionados cuidadosamente de toda la Argentina. La maestría de Sagario, utilizando materia prima de la mejor calidad, crea piezas únicas: cecina, lenguas ahumadas, morcillas muy variadas, salchichas de distintos tipos y otras especialidades que hacen de este lugar algo diferente.  

Echeverría 1290, Belgrano, CABA

Kuda Omakase  

Esta barra de sushi con solo 12 lugares ocupa un local emblemático donde hace muchos años funcionó el primer lugar de sushi de Buenos Aires. Edgardo Kuda, hijo de emigrantes japoneses, pertenece a una familia de larga tradición culinaria. Hace tres años abrió este sitio dedicado a usar técnicas tradicionales con productos argentinos. Prepara un sushi delicado, sutil, donde los detalles hacen de cada pieza una verdadera joya. El menú fijo cuenta con 10 o 12 variedades diferentes de pescado fresco y capturado con anzuelo. Cada uno recibe un tratamiento especial y un toque delicado. No espere el comensal queso crema ni estridentes salsas de maracuyá. Los niguiris se pintan con delicadas salsas; el itamae (cocinero japonés) prepara uno por uno y deposita en mano. Omakase significa “confianza” y eso es lo que se requiere en esta casa de parte del comensal, confianza en que recibirá un producto único, lo mejor que se le puede brindar. Quienes vayan deben reservar y apurarse porque el cocinero anunció que a fin de año cerrará para dedicarse a nuevos proyectos.  

Paraguay 3521. Reservas por IG
@kudaomakase

Gastronomía
2022-09-28T12:51:00