Maldad intrínseca
Seres malos: cuando lo peor está en la propia esencia
La maldad y la bondad son fenómenos culturales que cambian con la historia, pero la genética y factores neurológicos también influyen
En algún momento de la historia, una persona podía ser intrínsecamente mala solo por pensar demasiado. El dominico Giordano Bruno pagó con la muerte en la hoguera, en 1600, por ir más allá de las ideas copernicanas y hablar de un universo infinito. Una mujer, en la Edad Media, lo podía pasar mucho peor: apelar a la naturaleza para curar enfermedades era sinónimo de brujería. Así, ellas fueron siete de los 11 condenados por la Inquisición a purificarse con fuego en el proceso recordado como el de las Brujas de Zugarramundi en 1610.
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