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Karausz: un bastión de historia y elegancia en el corazón de Ciudad Vieja

El emblemático anticuario vuelve a abrir sus puertas, ofreciendo un catálogo selecto de muebles clásicos y piezas finas
Publicado el 24.04.2024  - 4 minutos
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Federico Buker y Jorge Karausz

Karausz, el reconocido anticuario de Ciudad Vieja, reabrió sus puertas renovado. Siendo uno de los primeros anticuarios del país, hoy es uno de los pocos existentes. Su historia se remonta a más de ocho décadas atrás, cuando Daniel Karausz, un joven aprendiz de carpintero, llegó a Montevideo desde el Imperio austro-húngaro.

El local, ubicado en Bartolomé Mitre 1417, es un verdadero santuario para los amantes del arte y la decoración. Allí se puede encontrar un selecto catálogo de muebles clásicos y piezas finas , como un escritorio con alzada italiano del siglo XVIII y  un bureau secretaire en madera de caoba y marqueterie del siglo XIX. Otros destacados son una cómoda lusobrasileña en jacarandá de 1720 y una mesa tilt-top inglesa en caoba de forma ovalada.

Lo que distingue al anticuario es su nivel de calidad y la autenticidad. “A diferencia de una casa de remates, todas las piezas están meticulosamente restauradas y en perfecto estado, lo que garantiza una experiencia de compra única. Además, el conocimiento de más de 80 años asegura un asesoramiento personalizado para cada cliente, incluso en la búsqueda de piezas específicas que no están en exhibición”, asegura Jorge Karausz, director del local e hijo del fundador.

El actual director heredó el negocio de su padre, quien poseía un expertise tan profundo que podía identificar los tipos de madera con solo tocarlas. Con la pandemia, el local se vio obligado a cerrar y permaneció así  hasta que recientemente fue adquirido por uno de sus principales clientes, el empresario argentino Federico Buker y su esposa, Valeria Britos.

Buker, director de la agencia de turismo South American Tours, compró el anticuario por su pasión por las antigüedades, equipándolo con artículos de su colección y adquiriendo nuevas piezas. “El objetivo no es solo económico, sino también ofrecer una experiencia única en Uruguay, tanto para coleccionistas como amantes del arte y la cultura. Gracias a la estabilidad económica podemos adquirir y conservar piezas que, si bien puede llevar años vender, son verdaderos tesoros,” explica.

Un ejemplo fascinante es el tapiz de Flandes­, de más de dos metros de altura, una pieza digna de museo, resultado de un proceso de más de dos años de trabajo y 15 millones de puntadas. Además, el catálogo incluye artículos como esculturas de Mañe y Gaudart­, cuadros de Ciocchini y Larravide, relojes de caja con marqueterie, alfombras persas bukhara y cristalería Lalique y Gallé.

Contraste y personalidad. Aunque en Karausz­ predomina el estilo clásico, el objetivo es integrar estas piezas a las nuevas tendencias en decoración de interiores. “El concepto de anticuario sigue siendo el mismo, lo que cambió es el público. Antes las familias tenían casas enormes con muebles de calidad que traían desde Europa en barco. Hoy las generaciones más jóvenes valoran más el espacio, pero siguen interesadas en este tipo de  piezas para integrarlas a su decoración”, asegura Karausz.

Según Buker, una antigüedad es sinónimo de estatus y elegancia, una llave que abre la oportunidad de combinar lo tradicional con lo contemporáneo. Uno de los efectos más habituales es el contraste, como el que puede generar una mesa clásica de madera con sillas modernas; un oxímoron que permite crear espacios únicos y llenos de personalidad.

“Si bien es cierto que las modas y las tendencias en diseño evolucionan constantemente, el valor de una antigüedad sigue siendo innegable. Un lindo cuadro o una linda cómoda bien iluminada puede hacer la diferencia. Siempre decimos que una sola pieza puede levantar todo un espacio, incluso en las casas más modernas”, concluye.

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2024-04-24T11:11:00