Carta de la editora

El olvidado cuerpo de la mujer

Publicado el 10.04.2024  - 5 minutos
imagen de El olvidado cuerpo de la mujer

Por Carolina Villamonte Dewaele

c“En los vestuarios de la piscina se ven los cuerpos de las mujeres. Desnudos tienen una cualidad narrativa comparable a las pinturas de las cavernas; una cualidad enmudecida por la ropa y el contexto, una cualidad que únicamente se observa aquí, en esta piscina municipal donde se nos agrupa anónimamente por género. Aunque yo también tengo un cuerpo de mujer, los cuerpos de las demás me siguen despertando al principio un temor infantil, una mezcla de repugnancia y asombro ante esos pechos, vientres y caderas, esa carne primitiva y sin idealizar que, olvidada aquí de su capacidad de seducción, parece tener una finalidad exclusivamente reproductiva. (...) A veces hay niños en los vestuarios, y veo que miran como miraba yo antes —como en parte todavía tengo ganas de mirar—, con un asombro y un terror ilícitos, la sugerente forma de la fisonomía adulta, sus indisimuladas protuberancias, su piel y su pátina de años o de experiencia, que dan cuenta de secretos misterios de dolor y placer, de copulación, gestación y nacimiento”. Así comienza el capítulo “Cuarenta semanas” (del libro Un trabajo para toda la vida) en el que Rachel Cusk cuenta sobre la experiencia de sus embarazos.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA Y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.