El día raro

29 de febrero, una fecha que se repite (casi) cada cuatro años

Publicado el 27.02.2024  - 6 minutos
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Por Leonel García Scaffo
@leonelgarcia76

Año bisiesto, año siniestro. Ese dicho popular persiste hasta nuestros días. Bastante mala fama tiene el día de más que tiene un año cada cuatro —justamente, este día y este año— para corregir el desfase de estaciones. Seguramente no lo pensaron así el astrónomo Sosígenes y el papa­ Gregorio XIII, abuelo y padre de la criatura. Tampoco lo deben pensar así el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, o el rapero estadounidense Ja Rule, quienes nacieron no en el día menos pensado pero sí en el menos frecuente: un 29 de febrero. Tan raro es, que en el mundo del cómic la gente de DC decidió que un día como hoy nacería en Kriptón Kal-El, que por esta parte del universo es más conocido como Superman.

Cansado de que el calendario romano de 365 días no estaba del todo compaginado con las estaciones, con los desastres vitales y económicos que esto aparejaba, y envidioso de que los egipcios tuvieran a mano un calendario mucho más preciso, Julio César convocó al astrónomo alejandrino Sosígenes para arreglar ese entuerto. Este calculó en el 46 a. C. que la Tierra daba la vuelta alrededor del Sol cada 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos­. Así que propuso un año de 365 días y uno de 366 cada cuatro para compensar. 

Esto dio lugar al año juliano o el más largo de la historia, con 445 días para compensar todo el desfasaje anterior. Luego de que se instauró (por decreto del César) la normalidad, quedó claro que cada cuatro años había que agregarle un día más y se decidió que esto fuera en februarius, el segundo mes, que ya contaba con 28 días. Por un razonamiento bastante entreverado pero que en ese momento les habrá parecido la lógica más pura, se decidió que ese día sería impuesto entre el 23 y el 24 de ese mes, y que sería llamado bis sextum kalendas martias (algo así como el sexto día “bis” antes del primero de marzo, que era incluido en ese cálculo). Ahí nació el término bisiesto.

Muchos relacionan la desgracia o lo siniestro vinculado a los años bisiestos en los que romanos conmemoraban en febrero las Paternalias, festividades en honor a sus muertos. Cerraban los templos, no se oficiaban matrimonios y los eventos más celebratorios se cancelaban. Encima de que era un mes malo, lo alargaban.

El hecho de que la vuelta al Sol no se diera exactamente en 365 días y un cuarto provocaba también un pequeño desfase, mínimo pero existente. El calendario juliano dejó lugar al calendario gregoriano cuando el astrónomo jesuita Cristóbal Clavio convenció al papa Gregorio XIII de que del jueves 4 de octubre de 1582 había que pasar directamente al viernes 15 de octubre, salteándose 11 días. Aquí se fijó la última modificación: un año bisiesto es aquel divisible entre cuatro, salvo que sea secular (el cambio de siglo, 1800, 1900, 2000, 2100), que además tiene que ser divisible entre 400. Ah, y el nuevo día será siempre el 29 de febrero.

De esta forma, el desfase del año calendario con el solar quedó en 26,9 segundos por año. Nada es perfecto.

Para celebrar. El del bisiesto-siniestro no es el único refrán que la tradición oral castellana ha asociado a años como el 2024. “Año bisiesto, pocos huevos en el cesto”, “año bisiesto, ni viña ni huerto” (forzada rima asonante), “cuando bisiesto el año es, las hojas del olivo se vuelven del revés”; ninguna de estas expresiones trae buenos augurios.

Hay algo todavía caliente: el último año bisiesto, el 2020, trajo la pandemia del Covid­-19, lo más parecido a la cabalgata de los cuatro jinetes del Apocalipsis que vivieron estos tiempos. 

Yendo más atrás en el tiempo, en 1792 se inauguró el uso de la guillotina como pena capital, supuestamente menos dolorosa que sus antecesoras, pero asociada por siempre al llamado Reinado del Terror (Terreur­) con el que estuvo asociada la Revolución francesa­.  En 1812 solo una quinta parte del ejército francés de Napoleón sobrevivió a la desastrosa campaña en Rusia y a su general invierno. Un siglo después, el hundimiento del Titanic­ marcó el hasta ahora más afamado de los accidentes marinos civiles. En 1940, los nazis construyeron e inauguraron el campo de concentración de Auschwitz, en lo que hoy es Polonia, símbolo máximo del horror del Holocausto. 1968, año convulsionado si los hubo, tuvo el asesinato de Martin Luther King. En 1972, Setiembre Negro escribió la página más negra de la historia centenaria de los Juegos Olímpicos modernos. En 1976 comenzó la dictadura en Argentina, de todas las influenciadas en el continente por la Doctrina de la Seguridad Nacional es la que más encaja dentro del concepto de genocidio. En 1980, el sueño terminó: mataron a John Lennon.

Todos estos hechos, recordados en notas similares, son sin duda terribles. Pero sin ganas de alentar la mala fama de los bisiestos, prácticamente no ha existido año en el que no se haya producido un episodio truculento.

Un día como hoy, 29 de febrero, hay menos chances que nunca (concretamente una en 1.461) de que pase algo digno de recordarse. Se puede decir que un día como este, pero de 1940, Lo que el viento se llevó justificó en los Premios Oscar el éxito que estaba teniendo en taquilla, llevándose ocho. En 1996 el vuelo interno de un boeing 737 en Perú cayó cerca del aeropuerto de Arequipa y murió la totalidad de sus 123 ocupantes, en una de las peores tragedias aéreas de América del Sur. En Doha, Catar, Estados Unidos y los talibanes firmaron un acuerdo de paz para poner fin a la guerra iniciada en Afganistán en 2001, respuesta directa a los ataques del 11-S.

Pero más allá de la fama y la historia, este día y este año pueden ser tan buenos como uno lo pretenda. Así lo resume a Galería la numeróloga Lorena Zeballos: “El año bisiesto nos propone generar cosas desde la concreción y desde el aprendizaje. Y el 29 también habla del aprendizaje, siempre desde uno mismo. Lo mejor es generar el cambio desde nosotros, darnos cuenta de que la magia está en nosotros, no en otras personas”. 

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2024-02-27T17:29:00