DERMATOLOGÍA

La dura batalla entre el sol y la piel y cómo inciden los entornos

Para la dermatóloga Alejandra Larre Borges, ante el aumento de mortalidad por melanoma, las medidas actuales para el cuidado de la piel no son suficientes
Publicado el 25.01.2023  - 13 minutos
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Por Milene Breito Pistón
@mileneb_

Cada verano aparece una nueva avalancha de sobreinformación acerca del cuidado de la piel y los horarios de exposición al sol, como si fuese un problema exclusivo de la temporada. Pero este año lo que disparó las alarmas no fue ninguna campaña publicitaria de los laboratorios de protectores solares o fabricantes de sombrillas, sino las últimas estadísticas de cáncer de piel que se manejaron a escala regional. Uruguay es el país de Latinoamérica con mayor incidencia y mortalidad por melanoma (el tipo más letal de cáncer de piel), constatándose alrededor de dos muertes por semana. 

El cuerpo es el templo del alma, dicen, su casa. Pero como toda casa, además de un techo, tiene que tener paredes y un revestimiento que la proteja de las filtraciones, y de hecho —siguiendo con la analogía—, el cuerpo humano lo tiene. La piel, su órgano más extenso, cubre y protege a todos los “habitantes”, los demás órganos. Y los cuidados de “toda la casa” van a influir en ella, así como el cuidado de la piel va a influir en el bienestar de “la casa” y sus “habitantes”. 

En estos términos lo explicó a Galería Alejandra Larre Borges, especialista en dermatoscopía, coordinadora, junto con la dermatóloga Sofía Nicoletti, de la Campaña de Prevención de Cáncer de Piel y miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad de Dermatología del Uruguay (SDU). 

Pero más que habitar un cuerpo, “cada uno es su cuerpo”. “No podemos fragmentar al ser humano; no está por un lado la mente, por otro el estómago y por otro la piel. Por eso es tan importante el cuidado de cada parte, y el de la piel tiene que ser un cuidado extra así como nos cuidamos de la comida chatarra”, señaló la dermatóloga. “Una persona que se protege del sol tiene 85% menos de probabilidades de desarrollar cáncer de piel”. 

A tono con el verano. Poco a poco los cánones de belleza se ven obligados a abandonar la idea de que un cuerpo de verano es aquel que se siente cómodo luciendo bikinis diminutos y, cómo no, un bronceado. Si bien la industria cosmética encontró un montón de aliados para estimular la melanina en la piel sin necesidad de la exposición solar, la realidad es que muchos prefieren el método más tradicional: tirarse vuelta y vuelta bajo el sol. 

Pero la gloria de haber alcanzado el dorado perfecto dura muy poco; el bronceado va desapareciendo gradualmente, lo que genera la peligrosa sensación de que el daño es pasajero. Sin embargo, “las lesiones solares no solo son acumulativas, sino permanentes”, apuntó Larre Borges; y así como a través de las paredes de una casa la humedad puede filtrarse hacia los cuartos, “la radiación solar puede alcanzar otros órganos y desencadenar enfermedades diferentes a las cutáneas”, como por ejemplo, daños al cristalino de la córnea (cataratas). 

Es importante comprender que el problema no es el sol, sino la exposición a una pequeña parte de sus radiaciones, que son los rayos ultravioletas (UV). Por lo tanto, la opción de las camas solares no viene a solucionar el problema, sino a empeorarlo. Estos aparatos que prometen un bronceado en una sola sesión, en realidad también trabajan con la emisión de radiación ultravioleta, aumentando un 60% el riesgo de cáncer de piel (puntualmente de melanoma) en mujeres menores de 35 años, y un 102% el de lesiones precancerosas o carcinomas (tumor con bajo riesgo de metástasis) en mujeres menores de 25, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud de 2017. 

Si bien la luz solar tiene múltiples beneficios como ser reductora del estrés y fuente de vitamina D para el fortalecimiento de los huesos y el sistema inmunológico, en las personas con alto riesgo a padecer enfermedades cutáneas “no justifica bajo ningún concepto que se expongan al sol solo para generar esta vitamina (que puede conseguirse a través de suplementos), porque el riesgo es mucho mayor que el beneficio”. 

Alejandra Larre Borges. Foto: Lucía Durán

Alejandra Larre Borges. Foto: Lucía Durán

El poder de la información. “Una quemadura de sol en la vida no significa la muerte, pero te va a molestar. Y si tuviste una molestia vas a sacar un aprendizaje, solo si tenés el conocimiento suficiente para saber lo que esa molestia te puede generar más adelante si se acumula con otras”, señaló la especialista. Lo más importante es que las poblaciones de alto riesgo se controlen, y para eso lo primero que hay que conocer es quiénes son las personas más propensas a sufrir enfermedades cutáneas, desde eccemas y sarpullidos, hasta envejecimiento prematuro, infecciones o cáncer de piel. 

El riesgo responde, según Larre Borges, a tres factores fundamentales: la genética, la inmunidad y el entorno al que se exponga la piel. Haber tenido un familiar cercano con melanoma, por ejemplo, predispone al organismo a desarrollarlo con el tiempo. Por otro lado, si se está varias horas al día durante toda la semana expuesto al sol, muchas veces por trabajo, esto genera una lesión cada vez más grave sobre la piel en la medida en que, al verse saturados, los mecanismos de reparación de este órgano no actúan. En el proceso, las células que se dañan por la quemadura se multiplican y “alguna puede dispararse y hacer algo que no debe hacer. Ahí se genera el cáncer de piel”, explicó Larre Borges. Además, si la inmunidad de la persona es baja, estos mecanismos de reparación tampoco actúan. 

“No tiene sentido que a nivel de las instituciones públicas se controle a todo el mundo”, opinó Larre Borges. La especialista contó que las campañas en las que los servicios de salud se instalan en carpas para hacer revisiones gratuitas de lunares no lograron aumentar los diagnósticos de cáncer de piel. El esfuerzo debería estar en conocer cuál es la población de riesgo, para dar específicamente con ella. 

Así como quienes tienen antecedentes familiares, las personas que ya se enfrentaron a un cáncer de piel tienen que saber que el riesgo de padecerlo de nuevo es bastante alto. También en aquellas personas con más de 50 lunares, piel clara, cabello rubio o pelirrojo, y ojos azules o verdes, y en quienes sufren inmunodepresión o enfermedades como el Parkinson. 

Las pecas marrones que aparecen posquemadura solar son “un marcador muy importante”; las personas a las que les pasa esto también tienen un riesgo más elevado de desarrollar cáncer de piel. Larre Borges explicó que el tener pecas obedece a cambios en un gen especial, llamado MC1R, que no todo el mundo tiene. Ese gen, que se descubrió primero en personas pelirrojas y luego en caucásicos en general, es el que aumenta el riesgo. 

Pero la preocupación más reciente de los dermatólogos son, puntualmente, los hombres mayores de 50 años, a quienes “estamos llegando tarde con los diagnósticos porque no consultan”, lamentó la especialista. Las evaluaciones tardías son la principal responsable de la muerte por cáncer de piel, de lo contrario, “la gente no se muere por un lunar”. 

“Una persona que esté dentro de cualquiera de estos grupos de riesgo tiene que consultar todos los años”, indicó la profesional, y señaló también que las mujeres tienen mayor “cultura del control” que los hombres, y son ellas quienes detectan irregularidades en sus parejas, hijos u otra persona de la familia, además de que acuden a consulta por voluntad propia. 

Hacerse un bien. Una lesión cancerígena por la sobreexposición a los rayos UV no solo es reparable si se hace una revisión temprana, sino que es completamente evitable si se siguen una serie de medidas durante todo el año. Hay que tener en cuenta que la radiación solar siempre está, aunque no se sienta calor, producto de los rayos infrarrojos que tienen menos fuerza en invierno. El día de mayor exposición a los rayos UV en Uruguay se da el 21 de diciembre, es decir que “el peor sol está a fines y principios de año”. La emisión en diciembre tiene la misma fuerza que la de enero, la de febrero la misma que noviembre, y así sucesivamente. Pero nadie se cuida del sol a finales de octubre como lo hace en febrero. “La gente no se da cuenta de que se está exponiendo y va a un partido de fútbol, o a la rambla, sin tomar precauciones”, apuntó la especialista. 

Los cuidados para evitar una quemadura por exposición solar son los mismos de todos los años, repasó Larre Borges: lentes de sol con protección UV, gorra, vestir colores oscuros que bloquean con mejores resultados la radiación ultravioleta y el uso de protector solar. Los que están por encima del factor 30 son considerados en el Formulario Terapéutico de Medicamentos porque previenen “la parte aguda” de las quemaduras, como el enrojecimiento, las ampollas y, a largo plazo, el envejecimiento prematuro y la generación de cáncer de piel. 

En caso de no haber podido evitar la lesión, lo primero es no volver a exponer la quemadura al sol; “sería como quemarse con agua hirviendo y que te vuelvas a tirar agua hirviendo”, ilustró la profesional. El tratamiento ideal es la dupla de una crema con corticoides para desinflamar la zona, y otra hidratante, como los geles, para dar una sensación de frescura, así como evitar cremas que contengan nitrato de plata. 

Además de la visita anual al dermatólogo, hay otros dos grandes aliados de la prevención: los horarios y la sombra. Desde la SDU se recomienda que las actividades al aire libre no se den dentro de la franja horaria entre las 10 y las 16, horas en las cuales no está recomendada la exposición directa al sol. Pero los horarios de playa de los uruguayos no coinciden con estas recomendaciones, y los de los puestos de guardavida tampoco. El vocero de la Brigada de Montevideo, Daniel Panone, contó a Galería que, si bien al cuerpo guardavida le consta que dentro de ese margen horario hay un porcentaje de la población que evita concurrir a la playa para cuidarse del sol, también hay otro porcentaje de personas que lo prefiere, y su trabajo tiene que responder a la demanda. 

“Es un tema de favorecer los entornos y qué comportamientos mostramos”, opinó Larre Borges, y apuntó contra la cantidad de personas que bajan a la playa con sus hijos sin sombrilla, así como resaltó la competencia de las intendencias de generar espacios con sombra. “Los cambios en los comportamientos tienen muy poquito que ver con la voluntad y mucho que ver con el entorno”; entonces, “que haya más paradas de ómnibus con techo, o un área de recreo para los niños con sombra, hace que esos niños se acostumbren y busquen estar a la sombra”. 

Para todo, una ley. Larre Borges tiene la percepción de que hubo un aumento en la intensidad de los rayos UV en relación con el aumento de consultas por quemaduras solares en los últimos meses. Esto, sumado al incremento de la mortalidad de los últimos años, quiere decir que “las medidas actuales no son suficientes”, y las que hay no todo el mundo las está adoptando. “Que la gente se queje del precio de los protectores solares es totalmente razonable, es una injusticia porque las personas con más poder adquisitivo sí pueden comprarlo. Para aquellos que no pueden es donde entra la ley”. 

A fines del año pasado, el diputado frenteamplista Enzo Malán presentó a Cámara de Representantes un proyecto de ley sobre las medidas de prevención, protección y control para reducir los efectos nocivos de la exposición solar, y la regulación de equipos con emisión de rayos ultravioletas con fines estéticos, como las camas solares. Dentro de este último punto, se prohíbe a los menores de 18 años acceder a estos tratamientos, salvo una indicación justificada por un médico. 

El proyecto propone, además de la elaboración de un Plan Nacional Integral que se preocupe por este tema los 365 días del año, que se exonere del IVA a los protectores solares, así como regular las formas de etiquetado: debe ser visible, incluir un mensaje fácilmente legible sobre los riesgos de la exposición prolongada, indicar que el producto es resistente al agua así como los índices de protección contra los rayos UV (30 o más), sin mencionar que para Larre Borges se debería prohibir la venta de aquellos que estén por debajo del factor 15. 

La SDU pide además el esfuerzo de la industria farmacéutica para que desde su “responsabilidad social y empresarial” bajen de precio al menos un protector tamaño familiar y factor 30 o más por farmacia. Los protectores solares que se facilitan a través de las recetas médicas suelen ser de tamaño pequeño y los pacientes muchas veces terminan comprándolo fuera de la mutualista. 

Otro problema que el proyecto intenta resolver es el de los adultos que trabajan largas jornadas bajo el sol. A ellos, “hay que darles primero la información para que entiendan por qué tienen que cuidarse, y después, los medios para que puedan hacerlo”, señaló la especialista. Mientras la Brigada de Guardavidas, al menos en Montevideo, cuenta con protectores solares de alta protección (más de 40), ropa confeccionada con telas que protegen de los rayos UV, lentes con la misma protección, sombrero de ala y protectores de nuca, sin contar las casillas para refugiarse en las horas pico, los trabajadores rurales tienen un nivel de exposición de seis a ocho veces mayor que el de otros trabajadores, y un 60% más de probabilidades de morir de melanoma que el resto de la población. Pero ya sea por razones estructurales del lugar en donde viven, por falta de información sobre los riesgos o por una cuestión de actitud, la protección solar se hace muy difícil. Lo que busca el proyecto es volver una obligación de empleadores públicos y privados que se adopten las medidas laborales de protección necesarias. De lo contrario, existiría una multa. 

Además, busca que los centros educativos de todo el país impartan contenidos relacionados con la prevención de la exposición solar. Para Larre Borges, la información adaptada al entendimiento del público es la piedra angular de cualquier campaña, antes que el miedo. “Lo más importante es la educación de los niños y el refuerzo de los entornos”, insistió, y sostuvo que el ejemplo es el mejor agente de cambio. “¿Los dermatólogos somos unos iluminados? No. Pero vemos gente morir todas las semanas que no tendría que haber muerto por esto”. Quien acude a consulta, es el verdadero agente de cambio. 

Salud y bienestar
2023-01-25T12:37:00