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Una odisea interior

Tato López y la aventura de la meditación vipassana

Publicado el 06.08.2021  - 21 minutos
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Por Juan Andrés Ferreira

Todo empieza en Mysore, India, en diciembre de 1998, cuando Horacio "Tato" López se topa con Katrina, una morocha de ojos celestes procedente de Hungría que está de paso por la ciudad. López lleva un tiempo en India, buscando no sabe bien qué, de ashram en ashram, de maestro en maestro, indagando sobre la naturaleza de la mente, sobre el ego y sus trucos, sobre el apego, la aversión y la ignorancia, sobre la impermanencia y la interdependencia de los fenómenos que conforman el flujo de la existencia. La intención de López es ingresar a un instituto de ashtanga yoga. Katrina, en cambio, se dirige a Vagamon, una pequeña ciudad de montaña, para realizar un curso de meditación vipassana. El curso dura 10 días, con jornadas que se inician a las cuatro de la mañana y finalizan a las 10 de la noche. "Se trata de las enseñanzas de Buda dadas en forma laica. No es budismo, no hay un ismo, tan solo lo que Buda enseñó", explica Katrina. "Es una tradición conservada en Birmania de maestro en maestro por más de 2.500 años. Sayagyi U Ba Khin fue quien formó a Goenka, el actual maestro, que es un padre de familia muy cercano a sus estudiantes. En los cursos, él te da una guía, pero el trabajo lo haces tú autoobservándote", agrega.

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