Fijar un norte

Hernán Cattáneo: “Mi objetivo es defender la música y que no se mezcle con otra cosa”

El DJ y productor argentino, que traerá su Sunset Trip a Jacksonville el 19 de noviembre, habla sobre perseguir veranos, atardeceres, pasiones y el éxito
Publicado el 11.10.2022  - 15 minutos
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Foto: Adrián Etcheverriaga

Por Milene Breito Pistón
@mileneb_

Entre Parque Centenario y Avenida Rivadavia se extiende Caballito, el barrio bonaerense que vio crecer al principal exponente de la música electrónica en hispanoamérica y uno de los mejores DJ del mundo, ganador del DJ Awards de Ibiza en 2018 con su house progresivo —música con raíces en el Chicago de los 80 y un público afroamericano.

Si el antihéroe de una historia es aquel personaje cuyas características y comportamientos no son ni parecidos a los del héroe tradicional, en ese mismo sentido Hernán Cattáneo no es otra cosa que un anti-DJ: no es para nada uno tradicional. Su música es pisciana, “voladora” y sensible, como él. Se dedica a los sets largos, algo más cinemático y melódico, y no al “techno duro”. Tiene 57 años, es muy familiero (está casado y tiene tres hijas), nunca probó drogas, tampoco toma alcohol, y aunque piensa que una carrera atractiva no es justificativo suficiente para hacerlo, escribió su propio libro de memorias: El sueño del DJ, con prólogo de su colega Alejandro Pont Lezica. “Ahora está de moda eso de que cualquiera escribe un libro. Cuando me lo ofrecieron desde editorial Planeta yo no quería. Después me fui dando cuenta de que podía darle una vuelta interesante y escribir sobre lo que es tener una pasión desde muy chiquito y las guerras que viví con mi papá”, contó Cattáneo a Galería, mientras se acomodaba en uno de los sillones del living del hotel Le Bibló en Carrasco. Esto último era previsible; cuando empezó a interesarse por el mundo del techno, la música electrónica no era popular ni estaba bien vista en Argentina, y su padre, un abogado “superconservador y estricto”, no iba a aceptar fácilmente que su hijo no siguiera una carrera convencional y se convirtiera en DJ. Afortunadamente, Cattáneo no dio el brazo a torcer.

Hoy, a pesar de ser mundialmente reconocido, no ha concedido demasiadas entrevistas. Dice que estas valen la pena solo si hay algo interesante para decir: “Yo soy DJ, soy todo lo feliz que puedo ser y quiero seguir siéndolo todo lo que pueda. Para eso no necesito estar dando mi opinión ni tengo una sobre todas las cosas”.

En América Latina, México y España lo conocen como “el Maestro”, porque por casi 10 años estuvo grabando para el sello inglés Renaissance una serie de álbumes llamada The Masters Series, en la que participaron grandes DJ a lo largo de la historia, pero Cattáneo es el que más ediciones hizo. Si se le pregunta al respecto, enseguida se escuda en su más bajo perfil: “Me lo dicen desde el cariño, porque yo no soy un maestro de nada. En el arte no hay alguien mejor que otro, es muy difícil de decir. No existe mala o buena música, es una cuestión de si te gusta o no te gusta”.

La música electrónica no es música. Es una discusión que a Cattáneo le gusta mucho tener. “Cuando escuches suficiente vas a ver que acá hay un montón de música”, dice cuando defiende que lo que él hace es más que “ruido”, four-on-the-floor y beats que marcan el ritmo. Todo eso es “solo un pedacito” del género. Así recuerda Connected, un show que hizo en el Teatro Colón acompañándose de una orquesta de músicos y su director, en el que el público no bailaba. Estaban sentados disfrutando del espectáculo y descubriendo que por debajo del groove “hay un montón de música”. La orquesta quedó fascinada de encontrar la musicalidad en la electrónica.

¿Cómo define lo que hace?

Soy una especie de DJ autor. En este mundo es muy importante no ser un DJ de moda sino tener una personalidad e identidad musical muy clara. Vos ponés la música que te gusta y viene la gente que coincide con tus gustos, ese es un privilegio que te ganás con los años. Hay dos tipos de público: el que va a escuchar a Coldplay porque es fanático o el que va porque todo el mundo va y vio que estaban rompiendo todo. Los dos son superválidos, pero si un día Coldplay deja de estar de moda, los primeros van a seguir yendo siempre. En esto pasa lo mismo, hay una gran diferencia entre hacer lo que está de moda y tener tu propio sonido. Ese es un camino más largo, de remar contracorriente, pero siempre te deja un mínimo de gente a la que le gustás.

Pero esta no deja de ser música hecha para bailar. Y quienes salen a bailar, suelen ser los más jóvenes…

El mundo cambió un montón. En los 70, 80 y 90, el rock y el pop eran el gran patrón de todo, y todo lo que quedaba por fuera era música alternativa y de gente joven. Eso se fue dando vuelta en la medida en que esos chicos jóvenes hoy ya no son tan jóvenes y están a cargo del mundo, o por lo menos, son quienes manejan o dominan la escena musical y las compañías discográficas. Entonces ahora hay música electrónica en todos lados y hoy todos los géneros son de nicho. Lo que es pop, que es en definitiva música popular, va cambiando de estilo todo el tiempo. A su vez, es cierto, la música electrónica es música para bailar y los que van a bailar en su mayoría tienen entre 20 y 35 años. No 50. Pero en otras partes del mundo hay un montón de gente grande. Y yo lo consigo. A veces me llama la atención de mis shows cuando veo en la pista a chicos de 18, 20 años junto a las señoras, todos juntos. Que vengan los que sean.

Además dicen que no es muy bueno bailando... ¿Hay una idea de refugiarse detrás de las bandejas o de los lentes de sol?

De chico era muy vergonzoso, pero mi mujer que es mucho más cascabel que yo me fue soltando. Ahora hablo mucho, pero si estuviera en una reunión de padres y tuviera que hablar me matás. Es lo peor que me puede pasar. Si vos me preguntás me siento mucho más cómodo detrás de las bandejas, como diciendo: hasta acá. Yo me expreso con la música. Siempre fui horrible con el fútbol y el baile, mis piernas evidentemente no… No es por ahí. Y era todo un drama porque a esa edad en Argentina lo único que se hacía era jugar al fútbol, y yo era el peor de todo el barrio. A su vez iba a las fiestas y me la pasaba mirando al DJ, porque quería aprender. Si bien siempre fui medio perfil bajo, vergonzoso, los anteojos son porque si estoy al sol tengo que poder ver bien las máquinas y eso, pero no los uso todo el día.

Aunque para algunos se le parezca bastante, Cattáneo no es un dios pero puede crear atardeceres. Así, o en su término en inglés, Sunset Trip, es como nombra a su fiesta, que durante una gira por el mundo persiguiendo veranos finalmente llega a Montevideo el próximo 19 de noviembre en Jacksonville.

¿Qué tiene de especial el atardecer?

Me di cuenta de que por alguna razón que yo no entendía todo lo que sucedía de noche no estaba muy bien visto, y las fiestas electrónicas eran todas a la noche, al menos en Argentina. Y te relacionan enseguida la música electrónica con los vicios de la noche, entonces nos propusimos cambiarlo. Mi objetivo era defender la música y que no se mezclara con otra cosa. No faltaban quienes te dijeran que no les gustaba meterse en una discoteca llena de humo a las cuatro de la mañana, y yo les respondía que eso no era la música. Es como decir que toda la gente a la que le gusta el fútbol sean unos barrabrava. La mejor idea era cambiar el escenario. Llevamos la música a un lugar que sea para todo el mundo; estar al aire libre a las seis de la tarde en un lugar lleno de verde es algo que le gusta a cualquiera. La primera fiesta fue en el campo de Polo de Buenos Aires y salió buenísima. La trajimos para acá, para José Ignacio, y también salió genial. Y al final, teníamos razón. Le gustó a mucha más gente y encontramos una fórmula que funcionaba en todas partes del mundo.

¿Por qué eligió Montevideo para traer su fiesta?

Uruguay es un país muy importante para mí. Conocí a mi mujer acá y hoy, después de haber vivido en grandes ciudades como Londres y Barcelona, tengo mi casa en Montevideo, y estoy viviendo acá hace 15 meses, yendo y viniendo. Me encanta Montevideo. La primera vez que vine a tocar a Uruguay fue en Punta del Este, en el año 97 en Space, y a partir de ahí empecé a venir todos los veranos a diferentes clubes y fiestas. Siempre ha habido una buena mezcla de público argentino, uruguayo, brasilero, y se arma una muy buena atmósfera en las fiestas, son muy divertidas. Yo soy de los argentinos que piensa que Uruguay y Argentina son más o menos la misma cosa, aunque ustedes han sido más hábiles en evitar muchos de nuestros problemas. Pero culturalmente y a nivel humano no se siente la diferencia. Cuando decimos que somos todos hermanos rioplatenses, yo lo siento así de verdad. Poner música en Uruguay o en Argentina es lo mismo para mí, está la cosa latina esa de salir a divertirse y bailar, lo llevamos todos adentro y nos divertimos de formas parecidas. Más allá de ese orden que tienen ustedes que forma parte del éxito uruguayo y nosotros que somos bastante caóticos, yo no siento barreras.

Fijar un norte. No eligió la música. Cattáneo simplemente nació así. Como si se tratara de la estatura o el color de ojos, los discos de sus hermanas sonando en el tocadiscos eran una realidad incambiable. Hasta que comenzó a disfrutarlo. Pink Floyd, Led Zeppelin y otras bandas de rock progresivo son hasta el día de hoy la mayor parte de la influencia de este DJ que, con tan solo 12 años, ya hacía sus primeras fiestas en casa con vecinos de Caballito. Y nunca paró.

Foto: Adrián Etcheverriaga

Foto: Adrián Etcheverriaga

Su ambición era compartir la música que le gustaba con los demás, lo que empezó mucho antes de ser DJ. Invitaba a sus amigos a escuchar discos hasta que se enteró de que había una manera de hacer algo parecido de forma profesional, y “que lo que yo proponga les guste”. Así fue como a sus 15 años dio el salto de trabajar para empresas que alquilaban equipos a discotecas, a tocar en balnearios de Argentina y pasarse “los años donde aparecen los vicios y las tentaciones” trabajando: “Estaba tan entusiasmado en lo mío que lo único que me atraía era salir a poner música los fines de semana”.

Los DJ del momento lo obligaban a estar con todos los sentidos puestos en mejorar cada día más. “Paul Oakenfold fue a Argentina en el 98 cuando era el número uno del mundo y me dijo: ‘Vos te tenés que venir a Europa conmigo’. Era como estar jugando en Peñarol y enterarte de que se puede jugar en Barcelona. Ahí empezó mi carrera internacional”. Hoy el camino del discjockey se “superprofesionalizó” y existen miles de agencias internacionales que manejan futbolistas, autores y también DJ. Siendo padre, Cattáneo puede ver la “suerte” que tuvo de tener una pasión desde muy chico que le marcara el norte: “Todo lo demás que venía por el camino no me interesaba, y evité muchas dobladas para donde no hacía falta”.

¿Cómo ensaya un DJ?

Todas las mañanas me levanto y después de que las chicas se van al colegio me meto en el estudio de casa y escucho cinco horas de música todos los días. Es música que me mandan productores de todo el mundo, sellos discográficos, campañas de promoción. Escucho y selecciono lo que más me gusta. Soy un DJ que el 80% de los sets que hace es con música nueva, eso implica que necesito mucho material nuevo cada vez. Cuando viajo, por ejemplo, lo que escucho me lo guardo en la cabeza. Después la parte técnica, cómo mezclás esto con lo otro, no es tanto de práctica porque cuando vos ponés música todos los fines de semana ya estás practicando. Además, un cocinero ya sabe cómo se hace cada plato, no necesita hacerlo antes, lo va haciendo en el momento con los ingredientes que tiene. En esto es igual. Uno no tiene los sets prearmados. Tenés lo que viene siendo tu menú, un montón de entradas, un montón de primeros platos y postres que a vos te gustan, y después, viendo lo que hay delante tuyo armás algo para esas personas, para esa tarde. Vos tenés una caja con un montón de ladrillos de lego, pero con esos ladrillitos podás armar muchas cosas diferentes. No hay dos sets que sean iguales. A veces arrancás muy suave y la cosa va superbien y seguís así hasta que pasaron cuatro, cinco horas y está todo bien. Otras veces después de media hora suavecito ya sentís que la gente quiere un poco más de ritmo y se lo subís. Eso lo tenés que manejar en el momento. No es la misma música si hay más gente joven que grande, o al revés, o si hay más chicas que chicos, o viceversa. No es lo mismo con un sol de locos que si está nublado, todo depende del momento. Tenés que sentir ese momento.

Es como el ojo de Dios en cada fiesta, que está en todo… Y también debe haber visto alguna cosa que no está tan buena. Profundicemos más en el estereotipo que existe alrededor de las fiestas de electrónica y el disfrute de esta música con el consumo de drogas, “los vicios de la noche” que mencionó antes…

Desde mi lugar veía las desventajas de todos los vicios de la noche. Vos no los necesitás para disfrutar de esto, yo soy la prueba. Llevo un montón de años dedicado a los festivales y nunca tomé nada. Ahora, ¿hay gente que consume? Por supuesto. ¿Los festivales se organizan con ese fin? Obviamente que no. Hay gente que vende en cualquier lado, en cualquier esquina, en cualquier plaza, y lamentablemente drogas hay como en cualquier otro rubro. Lo que hay que tener es una visión de “control de daños”, una mentalidad más a la europea de entender que en cualquier evento está el riesgo de que algún chico tome drogas, entonces ¿qué hacemos? ¿Prohibimos y nos vamos? ¿O nos damos cuenta de que alguno lo va a andar haciendo igual y entonces tratamos de que no les pase nada? Para eso hay que dar información. Un tema mucho peor es el alcohol, un problema mucho más grande del que nadie se escandaliza de la misma forma. Otra vez, hay que hacer campaña para que los chicos aprendan y se cuiden. A mí no me pasó pero entiendo que a determinada edad aparecen un montón de tentaciones. Fenómeno, que tengan la información suficiente.

En muchos casos el problema se vuelve un negocio. Por ejemplo, donde ofrecen una pastilla en la puerta del festival y adentro la botella de agua sale un disparate...

En los eventos que yo participo el agua es gratis. Eso que decís pasa mucho en los festivales de noche. La idea de hacer lo que hacemos es ir en contra de todo ese otro mundo que existe, obviamente, pero con el que nosotros no tenemos nada que ver. Es otro rollo, otro mambo. El nuestro es un encuentro de muchas generaciones que disfrutan de la música al aire libre en un horario coherente. Es mucho más sano. 

¿Se considera un rockstar? ¿Cómo se sortean las presiones que vienen con este mundo?

Rockstar no me siento ni de casualidad. Yo me considero un DJ y estoy muy feliz con eso. No soy mayor ni menor a nadie, soy lo que siempre quise ser. Me ayudó muchísimo que mi carrera haya sido larga y para arriba. Tuve suerte, además de romperme el alma. Esas presiones que decís, más que haberlas vivido, las he visto. Lo más importante es estar bien rodeado. Sea tu mujer, tu amigo, tu manager, tus viejos, alguien que te acompañe en ese momento en que pasás de ser nadie a ser un superalgo, y viajás en avión privado y mil cosas que les pasan a los famosos. El ancla que te agarra para que no te vayas a ningún lado extremo a hacer cagadas es la familia, fue fundamental para mí. Imaginate que no podía terminar la gira e irme de joda porque tenía que volver a casa y es mi hija la que me abre la puerta, vos tenés que ser un ejemplo. Te bajás del escenario de Tomorrowland y te subís a un avión a cambiarle los pañales a tu nena. Eso te balancea. Sin eso andá a saber dónde terminás. Yo creo que nunca hubiese sido un loco de esos porque no es mi personalidad, pero nunca se sabe. Necesitás algo o alguien que te mantenga los pies sobre la tierra. Fijate si no Maradona y Messi, increíbles jugadores, pero uno superbien rodeado y el otro, que no, mirá donde está ahora. Con las redes sociales no es difícil tener éxito, lo difícil es tenerlo por largo tiempo. Y creeme que únicamente lo va a tener el que está bien rodeado. Yo siempre me rodeé de gente que me cuidó y que por encima del negocio, siempre se encuentra pensando en cómo hacer las cosas bien. El entorno, ese es el verdadero demonio.

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