Así era el duque de Edimburgo
El príncipe Felipe y sus mil caras
A los 99 años falleció el duque de Edimburgo, príncipe consorte de la reina de Inglaterra, el esposo que renunció a todo por amor y también el irreverente que cometió más de una equivocación

Lo dijo el poeta y dramaturgo noruego Henrik Ibsen: mil palabras no dejan la misma profunda impresión que una acción, cita que fue parafraseada hasta convertirse en "una imagen vale más que mil palabras". Pero ¿qué pasa, por ejemplo, cuando las palabras y las imágenes o acciones son contradictorias? ¿Hay siempre una opción verdadera, o hay una verdad oculta en el medio? ¿Cuál era el verdadero Felipe de Edimburgo? Podía ser el de las palabras, es decir, el hombre descrito por los demás como racista y machista por sus típicos comentarios ácidos, que no se interesaba en esconder su frustración ante el eterno rol secundario como consorte de la reina Isabel II, acusado de numerosas infidelidades, aunque sin pruebas contundentes. Por otro lado, también podía definirse como la persona cuya vida estuvo marcada por un único hecho, como aquel ser humano que sacrificó mucho de lo que constituía su esencia por amor; el príncipe que, en una de las sociedades más patriarcales del mundo, eligió pasar su vida a la sombra de la reina.
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