Aprender a "vinculear"

Cecilia Ce: "El buen sexo es bondadoso, nos enriquece y nos eleva"

Publicado el 28.07.2022 07:00  - 13 minutos
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Fotos: Adrián Echeverriaga

Por María Inés Fiordelmondo

¿Me traés la vulva?, le pide la argentina Cecilia Ce a su pareja, quien la acompaña a todos sus shows, desde aquellos que hacía de bar en bar hace cuatro años sin más producción que una tela y un proyector. A los minutos, su novio vuelve de la habitación con el famoso peluche de los genitales femeninos, su otro compañero de giras.

Esta vez es el turno de Uruguay, un destino que no es nuevo para la sexóloga. Vino en 2019 y llenó dos funciones. Tres años después fueron cuatro en las que no quedó lugar ni para un alfiler; y podrían ser muchas más del espectáculo Beer & Sex Night. “Va aumentando exponencialmente”, dice mientras sus ojos apuntan hacia el techo acompañados de una expresión que aún después de cuatro años llenando salas parece de asombro. El de Cecilia Ce es un fenómeno que apenas ella puede explicar. “Mucho laburo, soy una sacada y mi pareja también, no paramos un segundo. Fue todo tan rápido que durante mucho tiempo no tuve conciencia de lo que estaba pasando”, dice sentada en un sillón del hotel Costanero Gallery, lugar donde pasará sus noches en la capital uruguaya. Dueña de una voz que parece mucho más suave y baja que la que se escucha en sus videos de Instagram, Cecilia —de apellido Canzonetta— tiene la habilidad de hablar de forma directa, clara, sin filtros y a la vez con una calma que no parece provenir de alguien que “no para un segundo”. No lo dice, pero quizás sea esa una de las claves de su éxito. Sí dice —medio en broma y medio en serio— que “ya no se coge”, porque hay cada vez menos lugar para el ocio y más y más tiempo para la productividad, para el estrés y todo aquello que atenta contra el placer sexual. Inventa palabras o, mejor dicho, llena espacios grises. Uno de esos conceptos se llama “vinculeo”, como el título que le dio a su último libro, que habla de la importancia de la conexión con el propio cuerpo y de devolverles a los encuentros sexuales la ternura y el amor que merecen, sin necesariamente romantizarlos. Porque amor y sexo no son opuestos. Y de eso se trata saber “vinculear”.

¿Qué es el buen sexo para Cecilia Ce?

Si hay algo que evitamos es decir qué está bien y qué está mal. El buen sexo tiene que ver con un sexo amoroso, un sexo bondadoso, que nos hace bien en lugar de decir “esto está bien, esto está mal”. Por lo general a la hora del sexo nos preguntamos todo el tiempo cómo hacerlo bien. Muy mental. Y en realidad nos tenemos que preguntar si nos hace bien y si nos hace mal. El libro va en esa dirección, el buen sexo en el sentido de aquello que nos hace bien, que es bondadoso, que nos enriquece y nos eleva.

En Vinculear habla de desromantizar el sexo pero por otro lado de esta necesidad de ternura, de devolverle la parte emocional al encuentro. Parecen parte de lo mismo. ¿Cuál es el equilibrio?

Creo que se piensan como lugares opuestos. O el amor o el sexo, o como ya no hay amor romántico es todo sexo casual y frío. Me parece que ahí tenemos un gris para explorar y es el desafío de hoy de los vínculos, poder relacionarse de una forma amorosa aunque eso no implique el pánico que se le tiene hoy a las emociones, que no implique un amor para toda la vida o una cuestión de que ya te querés casar. Creo que hay miedos que son fomentados por el no compromiso y la inmediatez y el consumo de cuerpos. Atenta un poco en esto de poder habitar encuentros de una manera responsable, conectada con el otro, sin que eso signifique mucho más que el presente. Ahí está el desafío de poder generar intimidad, confianza.

Esa zona gris la define como “vinculeo”, ¿se necesitaba una palabra?

Hacía falta una palabra. Vínculo sexoafectivo es muy larga, chongo o chonga es raro. Vinculeo tiene que ver con estas dos cosas, con el sexo y con el vínculo.

¿Por qué hoy en esos vínculos parece más fácil ir directo a la cama que sentarse a tomar un café y dialogar?

Primero porque el sexo está más disponible, por la liberación sexual. Segundo, hicimos del sexo una cuestión de consumo, el sexo es un producto, se vende, se llenan funciones y esas cosas (risas). Y eso no fue acompañado de un desarrollo de la emoción y la confianza y el diálogo sexual. Se hace más accesible el sexo pero no sabemos conectar con el cuerpo, no sabemos cómo hablar de sexo, te vas a la cama y no podes decir: “no llego al orgasmo, no pasa nada”, “no lubrico, uso un gel, no pasa nada”. Se aceleró la disponibilidad por una cuestión social pero no todo lo que eso implica, todo lo que necesitamos para llegar a ese momento. Falta esa confianza, poder hablar, saber de qué estás hablando, porque tampoco tenemos la información para entender que si no lubrico puede tener que ver con un montón de cuestiones que nos puede pasar, entonces estás ahí y son diálogos muy de guion. Creo que repetimos mucho los guiones de lo que pensamos que tiene que pasar, y hay mucho miedo de lo que puede pensar: que va a flashear amor, que va a pensar que quiero algo más.

La ternura, la empatía, el vincularse amorosamente en una relación sexual se asociaron siempre al amor romántico. ¿Cómo no confundirlas?

Da miedo. ¿Qué hago? No le hablo más. No sabemos poner límites, no sabemos decir para qué estamos y para qué no. Muy de la moda del “no le hablo así tengo poder sobre la persona”, esas cosas reperversas, nos hacemos mucho daño. Entonces pasa eso, la gente después está recarente, empieza un vínculo y se pone muy dependiente, entonces se asusta y se borra y se hacen pelota todos por falta de comodidad en esos espacios. Me río porque a mí me dicen por Instagram que no saben cómo decirle al terapeuta que no quieren ir más a terapia. Esa cosa de no poder poner un límite nos pasa en todos los vínculos. No saber decir: “Che, mirá no, no estoy para esto, no quiero más; te agradezco, me está pasando tal cosa”. No sabemos cómo decirlo y hacemos un poco de lío.

¿Cómo generar esa intimidad cuando la otra persona, de forma cada vez más frecuente, es un completo desconocido?

Creo que con el ritmo que tenemos es un poco difícil, es todo muy ya. Incorporar la pausa es fundamental. ¿Tenés una cita? Generá preguntas. La intimidad se genera en el diálogo. Preguntar, ser curioso, contar, conectar. Es cómo se hace, lo generás. Podés pasarte una noche en la cama con alguien y no tener sexo, y estas ahí, y es otra cosa, y después al final tener sexo, pero sentirse cómodo en eso también, en la pregunta, el humor, la caricia. Por ahí nos faltan modelos de cómo se hace. Creo que las redes sociales nos están haciendo mucho mal, te lo dice alguien que vive de la redes. Pero realmente, la tecnología nos construye como identidad y si te ponés a analizar cómo se construyen las plataformas, cada vez van más en contra del diálogo. Pensá que hoy tenés que hacer un video, que es imagen, con música, que no hables, moviendo el cuerpo en bolas para que eso genere movimiento, eso es lo que se vende, lo que hace la gente, y la forma de comunicarse es mandar una reacción. Eso es la comunicación, es tremendo. No sabés qué hacer cuando te llega una reacción. Estamos todo el día con una cosa de imagen y no hay diálogo, no hay palabra, entonces después no sabés qué hacer.

En algún momento —puede que también ahora— estuvo esa noción de “cuanto más sexo, mejor”, aunque era visto casi como un trámite. ¿Se está queriendo regresar a una búsqueda de menos cantidad pero mayor conexión, o sexualidad con más valor?

Ahora ya no se coge directamente (risas). Quiero decir que no se está cogiendo. Es re la sociedad de consumo, de no parar y que sea cantidad y no calidad. Consumís un cuerpo, no hay conciencia de que hay una persona del otro lado con emociones y vivencias. La cantidad por sí misma me parece que no dice nada. De hecho puede haber un montón de información de sexualidad en redes pero tiene que tener un sentido, no subir información por subir, porque también abruma.

Nadie discute el beneficio de acceder a mayor información, ¿pero qué pasa con la hiperinformación? ¿Existe el riesgo de que al momento del encuentro la persona se convierta en una especie de manual de instrucciones, y que quizás perjudique el estar tan informado?

Genera ansiedad. Completamente, carga mental que no necesitamos. No son experiencias, es información, que no es lo mismo. Necesitamos más experiencias que información, por eso creo que el show funciona tan bien, porque es experiencia.

También escribió tres libros. ¿Cómo hace para no caer en el consejo, en qué tocar o no tocar, en qué hacer o no hacer?

Caes un poco en el tip. A la hora de comunicar trato de siempre pensar si lo que estoy diciendo va a aliviar o no va a aliviar. Si no va a aliviar no tiene sentido que lo comunique. Tiene que tener un sentido terapéutico lo que uno está brindando. Hay un montón de información que uno lee que no la está ayudando, mi canal tiene que dar un alivio a la persona. Si hay mucha información, entonces la persona empieza: me tendría que pasar esto y esto y esto.

Dijo que la gente ahora directamente no está teniendo sexo, ¿por qué?

Creo que tiene que ver con una sociedad hiperproductiva que no tiene lugar para el ocio, y el sexo tiene que tener algo de ocio. Creo que hay muchas causas, la hiperproductividad de la mano del estrés, de la exigencia, de la ansiedad que tenemos, de la medicación, de los consumos, todo eso atenta contra la sexualidad. La imagen corporal, la presión, la exposición que tiene la gente hoy. Antes había mucha más intimidad, ahora no tenés intimidad. Ni hablar de que estamos con un teléfono todo el día y no conectás con tu cuerpo. Entonces genera mucha ansiedad todo el encuentro, y frustración. Irónicamente tendríamos todo a favor para vivir una sexualidad relibre, y la realidad es que la falta de deseo está, un montón de disfunciones sexuales, falta de vínculos.

¿Qué temas siguen siendo tabú?

Es redifícil, porque depende de la población, hoy tenés mucha más variedad. Tenés parejas poliamorosas y mujeres de 25 que nunca se miraron la vulva. He atendido pibes que prefieren acostarse con hombres de manera pasiva que acostarse con una mujer y decir que no querían penetrar. El tema de la penetración es todo un tema, tenés hombres que hacen pegging (cuando la mujer penetra analmente a un hombre empleando una prótesis) y hombres que siguen pensado que el sexo anal es de gay, todo al mismo tiempo. De las 50 notas que hice en Infobae, cuando hablé de la virginidad el público explotó con ese tema: ¿qué estás diciendo?, ¿cómo vas a decir que la virginidad no existe? Todo lo que es tabú es en el sentido de lo no hablado, la masturbación sigue siendo tabú, en mujeres pero en hombres también. Creo que lo más tabú es lo masculino, en mi opinión. El feminismo a nosotras nos benefició y los hombres todavía no se animaron a que se los beneficie con el feminismo. Hablamos mucho más de lo que nos pasa, pero los hombres no hablan de su inseguridad con el tamaño, de su mambo con la masturbación, de su pánico a perder la erección; no hablan de los abusos entre hombres. Si tenemos que decir algo tabú, iría más en ese aspecto de que creo que el feminismo a nosotras nos liberó un montón, pero falta que los hombres empiecen a aprovecharlo en vez de sentirse amenazados.

¿Cree que la relación sexual heterosexual es la más complicada?

Estoy convencida. La población con la que trabajé en mi consulta siempre fue predominantemente heterosexual, y hay muchas problemáticas ahí que tienen que ver con una cuestión de machismo, de cuestiones muy del porno. De lo que es trans uno no puede hablar sin saber. Tengo que cambiar mi contenido, no es que con cambiar una letra aplique a las personas trans, porque las personas trans tienen una sexualidad en sí misma, desde cómo la construyó, cómo fue su vivencia, la dificultad, la parte de hormonas, física, todo eso es recomplejo y tenés que estudiarlo y trabajar con pacientes trans para entender la genitalidad, las intervenciones. Soy muy cuidadosa en ese sentido. Si querés incluir tenés que incluir bien. Lo mismo me pasa con las personas discapacitadas que me piden información y yo no conozco ni las problemáticas.

¿Cómo arrancaron sus shows?

Los empecé porque me lo pidieron, como todo lo que hago, no me lo propongo, sucede. Empecé en 2018. Empezamos a viajar y a hacer el show en todos lados y el show lo llevó la gente, siempre. Todo lo que hago funciona muy así, muy del feedback. Me llegó un mensaje en Instagram de juntarnos a tomar algo y hablar de sexo, lo reposteé, invité a la gente y lo hicimos. Fue: dale, listo, lo hacemos. Íbamos de bar en bar con un proyector y una tela, y así creció y creció y creció.

¿Cómo explica el crecimiento exponencial? ¿Imaginaba algo de esto cuando creó su cuenta de Instagram?

Le caigo bien a la gente claramente (risas). No, no sé. Yo quería hacer algo que no sea consultorio, y se dieron muchas cosas que hicieron que explote, en simultáneo. Mucho laburo, soy una sacada y mi pareja también, no paramos un segundo. Fue todo tan rápido que durante mucho tiempo no tuve conciencia de lo que estaba pasando. Algo que no me gusta, por ejemplo, es que siento que a veces se vuelve personal. Como que la gente empieza a opinar de vos y ya no tiene que ver con el contenido que uno está diciendo.

Fomenta la creatividad en el encuentro sexual; incluso en su último libro aparecen algunas posiciones que parecen algo impracticables, como el “parado de mano”. ¿No teme que sugerir esas posiciones termine siendo algo contraproducente?

No lo había pensado. Tiene que ver con mostrar y no caer en la exigencia, inspirar, depende de cómo uno lo tome. Tiene que ver también con dónde se para uno, me siento más inseguro o presionado o tengo más libertad y exploro y si no, me cago de risa y no pasa nada. Depende de qué tenés del otro lado. Pero también es inspirar, después cada uno ve qué hace con eso. 

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2022-07-28T07:00:00