Columna de Carmen Posadas
Noblesse oblige
Quien se clame a sí mismo como noble debe conducirse como noble.
Empiezo por decir que nunca he sentido demasiada fascinación por títulos nobiliarios ni testas coronadas. Para mí, todo el mundo es igual y no atribuyo a las personas más mérito que aquel del que ellas mismas logren hacerse acreedoras por su comportamiento, su trabajo o su talento. Dicho esto, creo también que las personas que, o bien por su nacimiento o bien por matrimonio, adquieren la condición de aristócratas deben -o deberían- comportarse como tales, regirse por esa vieja premisa francesa del Noblesse oblige, que el Diccionario de la Academia Francesa define de la siguiente manera: "Quien se clame a sí mismo como noble debe conducirse como noble". Pertenecer a una clase privilegiada tiene muchas ventajas pero conlleva también ciertos peajes, y no se puede ser aristócrata para unas cosas y hombre o mujer de a pie para otras, según convenga. Para no citar ejemplos patrios que están en la mente de todos, voy a hablar de casos que se dan más allá de nuestras fronteras. El primero es tan chusco que da hasta risa. Hablo del príncipe Laurent de Bélgica y su particular modo de asistir a los desfiles militares. Vestido de gala y con entorchados de almirante, Laurent no dudó en hablar por teléfono mientras se entonaba el himno y luego bostezar ostentosamente el resto de la ceremonia ante la mirada atónita y desesperada de su mujer, que en varios momentos intentó llamar su atención. Acabado el acto, Laurent se fue sin saludar a los invitados diciendo que no estaba de humor... Días más tarde explicó su actitud del siguiente modo. "No busco notoriedad, solo me limito a ser yo mismo. Creo que la gente se da cuenta cuando hay cálculo detrás de una actuación o una intención política y no es mi caso. Me limito a ser como soy, como con mi esposa, como contigo, como con todos los demás". También arguyó que de niño lo había pasado fatal porque sus padres hacían diferencias entre él y su hermano por el simple hecho de que Felipe iba a ser rey. "Sufrí muchísimo" -confesó compungido. Otras dos personas que, según parece, también sufren muchísimo son Charlene de Mónaco y Megan Markle. Charlene porque, por lo visto, se lleva mal con su cuñada Carolina, de modo que, en represalia, ha decidido no asistir a ninguna boda familiar y ausentarse de celebraciones emblemáticas del Principado como el Baile de la Rosa, por ejemplo. Cuando se le pregunta cuál es su razón dice que está muy ocupada con su "labor como madre".
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