A 65 años de un hito
El culto a la personalidad de Stalin y sus consecuencias
En el "discurso secreto" de un histórico congreso del PCUS, el líder de la URSS Nikita Kruschev se encargaba de destrozar la imagen de su predecesor.

El dictador Josef Stalin fue, desde 1922 hasta su muerte en 1953, el todopoderoso líder de la poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Para sus incondicionales era el "padrecito", el líder vencedor de la Gran Guerra Patria (nombre que en Moscú dieron a la lucha contra la Alemania nazi), el verdadero heredero de Lenin, el forjador de la nación como potencia mundial y la musa para una recordada oda de Pablo Neruda ("Su sencillez y su sabiduría, / su estructura / de bondadoso pan y de acero inflexible / nos ayuda a ser hombres cada día, / cada día nos ayuda a ser hombres. / ¡Ser hombres! ¡Es esta la ley staliniana!"). Su muerte, el 5 de marzo de 1953, dio lugar a cuatro días de funerales multitudinarios registrados en cien rollos de celuloide pensados para una película épica y hagiográfica titulada El gran adiós, dirigida por Ilya Kopalin y Sergei Gerasimov, la que sería la última muestra de su grandeza. Jamás vio la luz.
Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA Y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite
¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión
Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.