Carta de la editora

Lo que todos queremos

Publicado el 22.03.2023  - 4 minutos
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Por Carolina Villamonte Dewaele

En 2012 la Organización de las Naciones Unidas decretó el 20 de marzo Día Internacional de la Felicidad, al considerar este sentimiento como una meta humana fundamental y reconociendo con esta celebración su relevancia como aspiración universal de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.

Impacto Académico de las Naciones Unidas preguntó a personas de todo el mundo qué significa la felicidad para ellos y las respuestas son las esperables. Tiempo libre con amigos, familia, viajar y conocer gente amable. Crecer en sabiduría y amor y, al final, la realización de todos los deseos. Salud y poder pagar la forma en que queremos vivir. Aprender cosas nuevas. Amar a las personas que necesitan amor. Alcanzar las metas. Tener un ambiente agradable con la familia y amigos. Tener tiempo para uno y estar agradecido por las cosas buenas que te suceden. Libertad. Hacer a todo el mundo feliz, contagiar la felicidad. El olor de los croissants frescos y el café.

A pesar de que las respuestas son esperables, siempre resulta interesante volver a escucharlas. Es una manera de ayudarnos a pensar qué tan lejos o cerca estamos de la felicidad, o cuánto la valoramos, o que tal vez no nos damos cuenta de que la tenemos. Porque si nos sorprendieran en la calle para preguntarnos qué significa la felicidad para nosotros, como hizo Impacto Académico, posiblemente la respuesta sea algo que ya tenemos, solo que muchas veces nos olvidamos. Porque, aunque sea frase de cuadrito de escritorio, es bueno recordar todos los días que la felicidad no es una meta sino una forma de vida.

Pero no seamos inocentes y optimistas. Sabemos, y ONU lo sabe, que la felicidad también depende del entorno y de las condiciones de vida de las personas. Los especialistas aseguran que uno puede sentirse feliz recién cuando tiene las necesidades básicas satisfechas, y aún quedan millones de personas en el mundo que no han alcanzado esa categoría. Entonces, pues, los gobiernos tienen mucho trabajo por hacer para ayudar a que su gente sienta felicidad.

Cada 20 de marzo la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas presenta el Informe mundial de la felicidad, y el de este año nuevamente, y por sexto año consecutivo, tiene a Finlandia como el país más feliz del mundo, con una puntuación significativamente por encima de los demás países. Lo siguen Dinamarca, Islandia, Israel, Países Bajos, Suiza, Luxemburgo y Nueva Zelanda en el top 10. Para encontrar a alguno de América Latina en esta lista de 150 países hay que bajar hasta el puesto 23, donde figura Costa Rica y le sigue Uruguay en el 24. Después de todo no parecemos estar tan mal considerando que somos una sociedad autopercibida como bastante depresiva y melancólica. Por debajo de Uruguay están Chile (N° 35), México (N° 36), Panamá (N° 38), Nicaragua (N° 40), El Salvador (N° 41), Brasil (N° 49) y Argentina (N° 52).

Los resultados del informe se basan sobre todo en evaluaciones de vida de la Encuesta Mundial Gallup y tienen en cuenta cinco variables clave: renta (PBI per cápita), apoyo social, esperanza de vida sana, libertad para tomar decisiones vitales y ausencia de corrupción. Afortunadamente, la pandemia no pareció incidir en estas evaluaciones que no han variado mucho de 2020 a 2022. “Incluso durante estos años difíciles, las emociones positivas se han mantenido el doble de frecuentes que las negativas, y los sentimientos de apoyo social positivo son el doble de fuertes que los de soledad”, dijo en un comunicado que recoge la CNN John Helliwell, uno de los autores del informe.

Pero más allá de la situación de cada sociedad, cuyas características también influyen en estos índices, sabemos que las pequeñas cosas que simplifican la rutina diaria son fuentes de felicidad, como caminar por una calle linda (porque se ha estudiado que la belleza genera felicidad), sentarse con amigos y familia en un parque con buenos servicios, pasear en bicicleta de manera segura, que el viaje en el transporte público no sea una pesadilla diaria, que el bolsillo permita darse un gusto, que al llegar a la caja del supermercado no sintamos que nos asaltan. Esas cosas nos exceden, no dependen de nosotros. Es responsabilidad y obligación de quienes tienen el poder de tomar esas decisiones que hacen más feliz a la población. Mientras, ocupémonos de las cosas que sí están a nuestro alcance y que nos dan felicidad, aunque sea en pequeñas dosis. Porque, después de todo, de eso se trata.

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2023-03-22T09:39:00