Carta de la editora

La obsesión por los clicks

Publicado el 23.11.2022  - 5 minutos
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Por Carolina Villamonte

La persecución por los clicks es casi el monotema en conversaciones entre periodistas. Cuántas visitas tuvo una nota en la web, cuánto tiempo permanecieron los lectores en esa página, cuántas suscripciones ingresaron a través de ese artículo online. Cómo hacer para que una nota tenga más clicks se ha convertido en la obsesión del periodismo.

Aunque es un tema que está siempre sobrevolando las discusiones y reflexiones en las distintas redacciones, un viaje relámpago a Ciudad de México en el que tuve el gusto de reunirme con periodistas de toda América Latina me terminó de confirmar que esta obsesión es abrumadoramente generalizada, y como toda obsesión no lleva nada bueno. 

En la ceremonia de graduación del diplomado para periodistas organizado por el Tecnológico de Monterrey, junto con Coca-Cola Femsa, bajo el extenso y algo desafiante título El periodista de la era digital como agente y líder de la transformación social, el exdirector del diario El País de Madrid Javier Moreno Barber dio una conferencia sobre cómo los medios de comunicación deben recuperar la confianza de sus audiencias. En este sentido, hace un mea culpa y reconoce que los lectores son cada vez menos, en parte, debido a que desde hace muchos años el periodismo no viene haciendo bien su trabajo. Contó que cuando él asumió por primera vez la dirección del diario en el año 2006 tuvo que lidiar con un muy fuerte descenso de la pauta publicitaria, lo que llevó a que se debiera despedir a casi la mitad de la nómina de empleados. Luego, el modelo de negocio y el enfoque hacia quienes se dirige el periódico cambiaron y hoy el medio goza de excelente salud. Hacia el final de la conferencia, las preguntas de los periodistas latinoamericanos congregados para recibir sus diplomas iban todas enfocadas a la preocupación por los clicks y al problema de tener que competir con noticias banales como la vida privada de Ricky Martin para lograr la atención de los internautas. El dilema parecía quedar planteado de la siguiente manera: ¿debemos dejar de escribir sobre lo que importa y ponernos a escribir sobre la vida privada de Ricky Martin para poder tener más clicks? ¿Por qué la vida privada de Ricky Martin importa más que las nuevas medidas económicas del gobierno o la cumbre sobre el cambio climático?

Esta preocupación por obtener más clicks alcanza las altas esferas de los medios de comunicación, que parecen perder el foco de lo que realmente le debe importar al periodismo si quiere hacer las cosas bien. El morbo o el interés por el chusmerío de la vida de los otros siempre existieron y van a existir, pero esto no quiere decir que esas mismas personas no quieran también informarse sobre otros temas. Posiblemente, del total de lectores que hicieron click en la “noticia” sobre Ricky Martin, un porcentaje bastante alto se divida en la lectura de otras noticias. Y con seguridad esas personas no se suscribirían a ese medio si solamente obtuvieran ese tipo de información banal, que solo recrea la mente por unos segundos y que todos queremos leer, pero que es solo una distracción rápida a nuestros verdaderos intereses.

Una de las razones de esta obsesión de los periodistas por perseguir clicks está en que la tecnología les permite recibir a diario los resultados de su trabajo digital: cuántas personas leyeron su nota, cuánto tiempo se quedaron en la página, cuántas llegaron hasta el final, cuántas suscripciones lograron a través de ella. Pero esto es un arma de doble filo. En primer lugar, se desconocen las razones o el camino que la persona hizo para llegar hasta la nota. Tal vez su decisión de suscribirse no fue por esa nota puntual sino porque venía de leer otros contenidos.

Más allá de la batalla de los clicks, la infidelidad de las mujeres a causa del fútbol o la vida privada de Ricky Martin, lo que está claro es que el periodismo debe comprometerse con su trabajo, ser fiel a sus principios, producir contenidos de calidad, evitar vicios que lo llevan a cometer errores y volver a ganarse la confianza de su audiencia.

En esta edición publicamos una nota escrita por Patricia Mántaras sobre la película Ella dijo, que relata la investigación que hicieron las periodistas de The New York Times sobre el productor de cine y acosador serial Harvey Weinstein que lo llevó a la cárcel, y que impulsó el MeToo, el mayor movimiento cultural de Hollywood a favor de las mujeres.

En el artículo, una de las periodistas se congratula diciendo que el periodismo tiene el poder de cambiar las cosas. Queda claro entonces que el título del diplomado, de antemano tal vez un tanto ambicioso, es solo una confirmación y un compromiso a la vez. El periodista, si se lo propone, puede ser agente y líder y ayudar a través de la información a la transformación social. Como lo fueron las dos periodistas de The New York Times. Ese, y no otro, debe ser el norte.

Edición 1135
2022-11-23T14:18:00